INTRODUCCION



"Tanto si piensa que puede, como si piensa que no puede, de cualquier modo está en lo cierto" Henry Ford


Montañista amigo, con el conocimiento, lo difícil o desconocido se vuelve fácil y accesible. ¡Que poca información teníamos en la decada del 90 y años posteriores, de muchas de las más altas montañas de Argentina y Chile! Algunas veces ascendimos una cumbre que no era la principal y otras tuvimos que dejar la expedición como mera exploración al recién poder determinar, ya al fin de la misma, por donde se debería haber accedido o ascendido! Y VOLVER. Durante años fui informando, con relatos y películas, de los resultados de las expediciones que realizabamos y las he condensado en este blog. Espero te sirvan mis relatos.

Jaime Suárez
jaimesuarezgonzalez@gmail.com

NO QUIERO MINERAS, O SUS CAMPAÑAS DE INTELIGENCIA, ANUNCIANDO EN MI PÁGINA...

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14 octubre, 2008

MERCEDARIO


MERCEDARIO

ascendido el 17 Enero 1993

Mercedario, desde la Pampa del Leoncito




Expedición Internacional realizada al declararse al año 1993 AÑO INTERNACIONAL DE LA CORDILLERA DE LOS ANDES.




MERCEDARIO

"Cincuenta y nueve años después, y un día antes ..."
por Jaime Suárez


Concluyó con especial éxito la Expedición Internacional organizada por la Unión Panamericana de Asociaciones de Montañismo(U.P.A.M.), la Federación Mendocina de Andinismo y Gendarmería Nacional



Cito estas bellas palabras de Don Antonio BEORCHIA NIGRIS, de su libro “El enigma de los Santuarios Indígenas de alta montaña” , con relación al Mercedario:
...”No existe una montaña igual a otra, del mismo modo que no podremos hallar dos personas idénticas. Hay montañas bellas; las hay imponentes, esbeltas, macizas, romas, toscas, ásperas, salvajes; pero también las hay suaves y blancas como una novia; las encontrareis coloridas y alegres, o grises y mustias; amenas y hospitalarias, o agresivas, hasta asesinas. Es decir, tan variadas en su aspecto y “personalidad” como pueden serlo los hombres entre sí. A nuestro Mercedario podríamos definirlo como “majestuoso”, porque así es de inmenso, macizo, soberbio...”

El Mercedario era llamado Pichiregua por los indios que habitaban las zonas de Calingasta y Ligua por los indios araucanos. Fue bautizado Mercedario por el explorador y geógrafo Pissis. Fue coronado, modernamente, por primera vez, por los polacos Victor Ostrowski, Adam Karpinsky, Esteban Daszynski y Esteban Osiecki, el 18 de enero del año 1934.

Cada año, la Federación Mendocina de Andinismo, al igual que otras federaciones americanas, presenta proyectos de ascensiones y escaladas a la comisión directiva de U.P.A.M.E. En el año 1992, fue aprobada y seleccionada por la Asamblea Ordinaria de este organismo reunida en México, la ascensión a partir del 11 de Enero de 1993 del monte Mercedario, ubicado en San Juan, Argentina, en conmemoración de dedicarse el año 1993 “AÑO INTERNACIONAL DE LA CORDILLERA DE LOS ANDES” Y a que se reuniría la Unión Internacional de Asociaciones de Alpinismo (U.I.A.A.) en Octubre de dicho año en Santiago, Chile.

Una vez más contó con la inestimable colaboración y apoyo de Gendarmería Nacional, por medio de su Escuadrón 27 de Punta de Vacas y la Patrulla de Rescate, con quienes ya habíamos ascendido el Tupungato el año anterior, para la organización de esta expedición.
Durante Noviembre y Diciembre de 1992 se fueron inscribiendo para esta ascensión andinistas de la Federación Mexicana de Excursionismo y Montañismo, club de Exploraciones México, Federación Española de Montañismo, club de Montaña San Agustín (Palencia, España), club de Montaña U.E.C. (Barcelona, España), club E.I.G.E.R. (Murcia, España), Federación Andinismo de Chile, club Andino Patrulla Excursionista Aguila Azul (Chile), Universidad de Río Cuarto, Universidad de Buenos Aires, Club Andinista Mendoza, Andes Talleres Sport Club, club Universitario de Andinismo (U.N.C.), club Alpino Italiano y Coop. Inti Natura.

Nos reunimos todos y partió la expedición integrada por 37 andinistas desde Uspallata el 11 de Enero, hacia Barreal en San Juan, por la precordillera y atravesando a bordo de los fiables Unimog, la Pampa del Leoncito, luego internándose hacia el Oeste hasta un poco más allá de Casa Amarilla, al pie de la cordillera. Al día siguiente con parte de la carga en mulas, se ascendió 765 metros hasta hacer campamento en la zona de las veguitas a 2766 m. y al pie del arroyo que baja, filtrado, de la Laguna Blanca.
Muy temprano el día 13 se inició el ascenso de los 925 m. en donde se haría el próximo campamento, ya a 3700 m., lugar desde el cual regresarían las mulas. que habían colaborado con la carga. Siete días más tarde volverían a buscarnos.

El amanecer del día 14 nos encontró a los andinistas subiendo con toda la carga en sus mochilas por la "Cuesta Blanca", un glaciar de fuerte desnivel de más de 300 mts. de altura (hoy desaparecido), llegando más tarde a una hollada protegida por montes circundantes del mismo Mercedario, llamado Pircas de Indios, a 5000 m. de altura y siendo las 17 horas. El día 15 se lo dedicó, para nivelar al grupo, a la aclimatación en dicho lugar. Aquí es donde pueden observarse varias pircas incas derruidas, que a toda costa se deben preservar y no tocar. Se recobraron fuerzas y se aprovechó el agua que corría por debajo de las piedras, para la hidratación del grupo.

El día 16 se retomó el ascenso bien temprano. Unos 100 metros más arriba de Pirca de Indios y sobre la cresta camino a la cumbre apareció otra pirca derruida que parecía un atalaya, puesto que de ella se dominaba todo el entorno a muchos kilómetros de distancia, por lo que apreciábamos la Pampa del Leoncito y el brillo de la cúpula del observatorio astronómico que cerca de ella se encuentra.
Se cruzó luego el inicio del glaciar del Caballito y la hollada del Mercedario, donde se rindió homenaje al Comandante de Gendarmería Marchesi cuyas cenizas descansan en un solitario nicho a más de 5400 metros de altura en un sitio solo pisado por andinistas. Se prosiguió, castigados por un implacable viento blanco, hasta el "Diente" a aprox. 6000 m., donde se instaló el campamento de salida a la cumbre.
Hacia allí se partiría al día siguiente, siendo una noche de poco y molestoso sueño por la altura, el frío-imperante y el nerviosismo de "cumbre". ­
Finalmente llego la mañana del día 17 y a las 8 horas empezaron a partir los primeros escaladores rumbo a la cima del Mercedario. En las zonas de sombra que aún no eran tocadas por los rayos del sol, el frío se hacía sentir en manos y pies a pesar del abrigo especial, después el movimiento y el sol normalizaron la temperatura de los cuerpos.
Cuatro horas después de la salida, previo ascender numerosas falsas cimas, se alcanzaba la cumbre del Mercedario, contemplando desde ella la hermosura de toda la Cordillera Central, con el imponente Aconcagua, al Sur, Donoso, y Ansilta al Norte, la Pampa del Leoncito al Este y la línea del océano Pacífico al Oeste.
Veintidós personas alcanzaron ese día los 6770 metros de altura de la 4° cumbre de Occidente, no recordándose referencia alguna en que un grupo tan numeroso coronara esta cima.


Mercedario, una parte del grupo en la cumbre.

Se conmemoraba un nuevo aniversario, ese mismo día, del Escuadrón 27 de Gendarmería Nacional y su cambio de Comandante, y agradecimos muy especialmente al Comandante Principal Juan Antonio Torá por su apoyo al andinismo americano, esa fue también la primera ascensión oficial correspondiente a la declaración del Año Internacional de la Cordillera de los Andes (UPAME, UIAA).
La expedición no estuvo exenta de inquietudes, a los 6000 m. se declaró un edema cerebral a uno de los integrantes, quien luego de una larga noche de ser asistido por médicos de la expedición, y tras organizarnos por grupos para la evacuación, fue bajado hasta los 3000 m. de altura, al refugio de Fabricaciones Militares, desde donde un helicóptero de Gendarmería lo trasladó hasta Barreal, donde fue dado de alta al día siguiente.
Cito aquí el relato de dicha situación, por parte del apreciado montañista español, José Mijares:, con pequeñas acotaciones “...Sin embargo nuestra alegría se cortó súbitamente cuando vimos que uno de los miembros argentinos de la expedición que se quedó en El Diente, estaba muy enfermo. El médico diagnosticó edema cerebral, había perdido la conciencia y ya no podía salir de la tienda ni para orinar. Su aspecto, lamentable, alarmó a todo el campamento; si no se descendía de inmediato, esa noche podría ser la última. Quedaban apenas dos horas para el anochecer y bajar un peso muerto de 80 kilos no es tarea fácil para gente agotada. Nos organizamos por grupos, el jefe de la expedición, junto a tres compañeros y yo bajaríamos hasta el campo base a 3.800 m., lugar desde el cual podríamos avisar por radio al helicóptero militar. Otro grupo descendería a Pirca de Indios para esperar el relevo al día siguiente y seguir descendiendo al enfermo, si era capaz de superar aquella terrible noche. El resto, apenas cuatro hombres y el médico, atenderían al enferme todo una larguísima noche, que , según nos relataron más tarde fue lo más difícil de sus vidas. Entretanto nuestro médico Gustavo Irusta, experimentado andinista, le administraba corticoides. Al amanecer el enfermo estaba un poco mejor. Llevaban 48 horas a 6.000 m., sin dormir y con todo el esfuerzo acumulado por toda la actividad, y a pesar de todo descendieron sobre sus hombros al enfermo. Mariano Muñoz los estaba esperando en Pirca de Indios junto con otros compañeros para hacer el relevo y tenía preparada la comida y las tiendas donde descansaría el grupo. Sin perder un minuto, cargaron sobre hombros nuevos al enfermo, hasta los 4.000 m. En dicho lugar los esperaba con una mula lista...”
El helicóptero de Gendarmería, a pesar que había llegado, no quiso operar, por una serie de “justificaciones” hacia Pirca de Indios. Subimos inmediatamente al enfermo en la mula que teníamos preparada y poco a poco y paso a paso, en un suave descenso por la ventaja la diferencia de altura, que ayudaba, fue recobrándose.
Llegamos al refugio de fabricaciones militares, donde nos albergó un grupo de sanjuaninos que lo ocupaba y luego de acomodarlo en mi bolsa de dormir, paso una mejor noche. A la mañana siguiente, y sumamente facilitadas las cosas, llegó a este sitio el helicóptero y desde allí lo llevó al hospital de Barreal. Hay filmación de esta última etapa por mi parte.
Un día después llegaron al campo base Gustavo y su grupo completamente exhaustos y ávidos de noticias. Fue un excelente trabajo de equipo para salvar la vida de un hombre, que hubiera muerto sin esa coordinación.
Sigue contando José Mijares: “ El camión de Gendarmería nos recogió de nuevo junto a Barreal, donde esperábamos al enfermo recuperado. En la ciudad la expedición ya era noticia, y nosotros, almorzando en el bar del pueblo, esperábamos al enfermo, que apareció como un fantasma, dirigiéndose tambaleante para abrazar al médico. Sin poder contenernos por la emoción, empezamos a aplaudir y a proferir vivas. Venía del más allá...”

Cincuenta y nueve años y un día antes que la primera expedición, de los polacos, habíamos llegado a la cumbre de esta preciosa y enigmática montaña. Fue una excelente e importante experiencia para los andinistas de diferentes latitudes y países, que día a día colaboran para acrecentar el interés por esta actividad.




Jaime Suárez
1993





Cerro Mercedario, hacia Pirca de Indios




Cumbre Mercedario, con Mariano Muñoz


12 octubre, 2008

LAS TÓRTOLAS

LAS   TÓRTOLAS
                                                por Jaime Suárez
ascendido en Febrero 2003


INFORME DE LA EXPEDICIÓN


Fecha de cumbre: 13 de Febrero de 2003.
Ruta: Por Argentina, vertiente Este.

Ubicación:
Esta montaña, Santuario Indígena de Altura, se encuentra en la República Argentina, en la provincia de San Juan, en la posición 29°56´393Sur y 69°54´359Oeste.
Altitud:
6.180m sobre el nivel del mar.
Época más adecuada de ascenso:
Noviembre a Marzo.
Integrantes:
Jaime Suárez, Hans Siebenhaar, Mirta Sarmiento, Susana Miatello.
Dificultad:
De alta montaña. Imprescindible buena aclimatación. También experiencia previa en altura, en marcha a gran altitud y conocimiento de Los Andes. Se presenta dificultad en la escalada al ascender los últimos 200 metros de altura del morro de cumbre. Hay que llevar grampones, aunque no se usen, ya que según el año y/o al inicio o fin de temporada se presentan glaciares en la ruta. Es fundamental la buena aclimatación.
Equipo:
Tienda de altura. Hornillo y combustible o gas suficiente. Abrigo de Alta Montaña.
Parka y bolsa de dormir de altura, zapatos dobles, grampones, bastones. GPS.
Acceso:
Ya en la provincia de San Juan, se arriba hasta Jachal o Pismanta, desde allí hasta Tudcum desde donde se enfilará hacia la Quebrada de Conconta, debiendo superarse el Nevado de Conconta hasta llegar al Río del Valle del Cura. Los detalles de acceso e itinerario se citan en el relato.


Las Tórtolas



LAS TÓRTOLAS

Objetivo Las Tórtolas....

Las Tórtolas o como también se lo llama Tórtolas, que alcanza una altura de 6.180 metros, es límite internacional entre Argentina y Chile, precisamente entre la provincia San Juan y Coquimbo respectivamente. Lo establecimos como objetivo, sabiendo que había muy poca o ninguna información sobre esta montaña, salvo misteriosos relatos recogidos de aquí y de allá, lo que nos sirvió de acicate para preparar una expedición aún sabiendo que la realizaríamos lejos de cualquier ayuda en caso de inconvenientes. Pero ya estábamos acostumbrados a marchar sobre zonas bastante vírgenes de información.
Su ubicación es 69°54’359O y 29°56´393’S. Y si bien su cumbre es el punto limítrofe, se encuentra gran parte del mismo en territorio argentino. Hacia el Sur, unos 30 kilómetros más abajo se encuentra el paso de Agua Negra, que une San Juan con La Serena en Chile. Hacia el Norte se aprecian, a unos 90 kilómetros El Toro (6.160m) y a 170 kilómetros El Potro (5.789 m), éste último visualmente indica la separación entre San Juan y La Rioja. Todos ellos puntos limítrofes internacionales y verdaderos desafíos para andinistas deseosos de cumbres de altura menos transitadas. Hacia el Oeste, desde la cumbre del Tórtolas hasta la Ciudad de Coquimbo, a orillas de Pacífico hay 140 kilómetros de distancia.
Su primera ascensión conocida con posterioridad a la conquista fue en el año 1952 por Edgardo Kaussel y Heinz Koch, desde Chile y descubrieron maravillados una plataforma con pircado de piedras y un manojo de leña. A su regreso al valle vecino oyeron, de boca de mineros, la leyenda de que “en la cumbre se aparecían indios que venían a bailar en un plato de oro”. Del relato de Bión González y Oscar González, que lo ascendieron en Enero de 1956, habíamos extraído que en su cumbre existía “Una enorme pirca de unos 8 metros por cuatro, con muros de contención, que se elevan un metro más sobre la cumbre de la montaña, y en su extremo noreste un enorme atado de leña semienterrada, en el cascajo del relleno”. Encontraron también varios objetos arqueológicos.

Al Tórtolas:
Partimos desde Mendoza el Viernes 7 de Febrero del 2003 a las 8 horas, con Hans, Mirta y Susana en dos vehículos 4x4. Tras superar San Juan, Talacasto, Iglesias y Las Flores, a las 12,30 horas estábamos preparándonos para un almuerzo en el Hotel Pismanta. Desde allí seguimos por asfalto hasta Tudcum y luego por el camino consolidado que conduce a la Quebrada de Conconta ingresamos en ella hasta llegar a un puesto de control. Anteriormente era un control de Gendarmería y en la fecha lo ocupa la minera Barrick. Se alza a los 3.000 metros de altura en la posición 30°05´298 y 69°30´758. Para cruzar el Portezuelo del Nevado de Conconta y transitar por la zona se necesita permiso de paso, que se debe tramitar previamente en la compañía minera. A partir de aquí existen serias medidas de seguridad, que incluyen la firma de un compromiso y la aceptación de control de un banderillero que actúa desde las 9 horas hasta las 16 horas. Mi odómetro marcaba 400 km. de distancia desde Mendoza.
Para ir logrando aclimatación y descansar la jornada, casi dos kilómetros más adelante decidimos armar nuestro campamento en una vega que separaba el camino del borde del río. Eran las 16 horas cuando terminamos de armar las carpas. Estábamos en un buen lugar a los 3.104 metros de altura, en la posición 30°04´744 S. y 69° 31´640 O. Un poco después procedimos a escalar algunos cerros cercanos para ir logrando aclimatación y desentumecer el cuerpo de las horas de viaje.
Despertamos temprano con el ruido del arroyo y controlamos las pulsaciones. Tras un buen desayuno desarmamos las carpas y a las 9,30 reiniciamos la marcha de nuestros vehículos para superar el cordón de Conconta. Pronto se acabó el camino de leve ascenso que acompañaba al río, estrechándose y aumentando el desnivel. A partir de la Quebrada de la Vicuñita apareció una fuerte subida en caracoles hasta llegar al Portezuelo de Conconta, a los 4.880 metros de altura. Un poco antes se puede dar una espectacular mirada hacia el Este observando la magnitud y belleza de toda la Quebrada de Conconta.
jaime suárez
jaime suarez
Es inevitable sacar unas fotografías. Pronto aparece en nuestros parabrisas la cadena central de la Cordillera de los Andes y floreciendo sobre las montañas, el Tórtolas, con una desafiante belleza y un aura de misterio y soledad. La cumbre principal sobresale, desde la vista argentina, como un picacho con bastante semejanza al que le da nombre al Bonete Chico. A partir de aquí hay un suave y largo descenso, y casi al final trazos del arroyo Conconta, que inesperadamente se inician formando algunas manchas de verde pasto, para desaparecer prontamente a través de filtraciones. Esta huella nos lleva al fondo del Valle del Cura, que es tajeado de Sur a Norte por el Río del Valle Del Cura.
jaime suarez
Las Tórtolas, montaña y aves...
sss
El valle del Cura actualmente se encuentra en explotación minera, y tenía antecedentes de gran cantidad de minas de oro.

El campamento base:
Frente al Tórtolas salimos del camino que sigue con rumbo Norte hacia Sepultura y directamente enfilamos hacia el río del Valle del Cura. Llegamos a su orilla y luego de estudiar el cauce, en el lugar que consideramos el más apropiado Hans constató que el fondo era de piedras pequeñas, lo que facilitaría el vadeo. Con cuidado lo cruzamos primero un vehículo y luego el otro, evitando a la salida del agua unos manchones de barro.
jaime suarez
Río del Valle del Cura.

A partir del río, continuamos hasta la entrada de una pequeña quebrada previa a las que descienden la inmensa y mesética barda que cimenta la falda argentina del Tórtolas. Continuamos por muy mal camino una centena de metros el cauce del arroyo de La Pirca. Junto a un viejo y casi totalmente derruido pircado inca que da nombre al arroyo, estacionamos nuestros vehículos y montamos nuestro campamento base. Eran las 12,40 horas. La altura 3.990 metros. La distancia por odómetro a Mendoza de 450 kilómetros y la posición 29°57´748 S y 69°45´672 O. La distancia a la cumbre en línea recta de casi 15 kilómetros, que deberíamos transitar ascendiendo con nuestro equipo de montaña. Desde nuestro campamento apreciábamos todo el trayecto realizado desde la salida del Portezuelo de Conconta y el tramo de río cruzado.
Armamos carpas y decidimos descansar, la idea era hacer un suculento almuerzo, ya que el cruce del río nos había abierto el apetito. Exquisitos bifes de filet con dos o tres gotas de aceite de oliva en la sartén comenzaron a dar un peculiar olor al lugar. Un tetra mendocino se encargó de ayudar, a alguno de nosotros, a la digestión. Luego una siesta. Para el día siguiente determinamos hacer una avanzada llevando parte del equipo y lograr también mejor aclimatación.
Partimos a las 9 después del desayuno, y a poco más de un kilómetro entramos a la quebrada que nos permitiría ascender en leve inclinación y cómodamente a la parte superior de la barda que tiene casi cinco kilómetros de largo hasta la base del Tórtolas. La quebrada que transitábamos tenía una especial belleza en las rocas que la tachan en su lecho y en sus laderas. Desmembradas por la fuerza de la naturaleza hacen curiosas figuras. Hans la llamó muy acertadamente Quebrada de Dalí. Y así la bautizamos. Tras casi dos kilómetros más de marcha, parte de los cuales nos acompañó observándonos desde lejos un solitario guanaco, ascendimos los 270 metros de desnivel de altura existentes desde nuestro campamento a la mesética superficie. Caminamos dos kilómetros y medio más, ahora sobre ella, hasta cumplir el límite de marcha que nos habíamos fijado, que eran las 12 del mediodía. Llegamos a una gran piedra rojiza, en los 4.337 metros a cuyo pie dejamos comida, grampones, agua y refrescos. Regresamos los casi 6 kilómetros de distancia con bastante hambre y ganas de descansar. Al día siguiente iniciaríamos la salida nuevamente pero ya hasta el campamento uno de altura.

Hacia nuestra montaña...el Campamento 1 Piedras Blancas:
El día 10 de Febrero salimos a las 9 de la mañana dejando 2 carpas armadas y las camionetas protegidas del frío con anticongelantes y mantas. Nuevamente entramos en la Quebrada de Dalí, la fuimos ascendiendo paso a paso hasta comenzar a transitar la superficie de la Barda, hasta la piedra donde dejáramos carga el día anterior. Retiramos los grampones, latas de duraznos y parte del agua, dejando una coca-cola para el regreso. Continuamos ya con mucho más peso en las mochilas hasta el final de la meseta. Allí, apareció una planicie que era el fin del faldeo del Tórtolas y que concluía en un nivel inferior en unos 20 metros al de la barda. Vimos en él grandes piedras dispersas y tras una rápida deliberación nos dirigimos hacia dos grandes y blancas que sobresalían notoriamente y darían el nombre a nuestro campamento.
Llegamos apenas pasadas las 14 horas. La posición 29°56´410 S y 69°50´147 O, y la altura
4.410 metros. Habíamos hecho un desnivel de unos 420 metros recorriendo 9 kilómetros en 5 horas de marcha. Allí montamos nuestro primer asentamiento de altura, debajo de una de las piedras para que nos protegiera del viento. Mirta y Susana en una carpa y Hans y yo en la otra. Almorzamos y luego dimos un pequeño recorrido exploratorio. Una formación rocosa piramidal a la que nos dirigimos, ubicada más al norte, nos permitió descubrir un cauce con cristalina agua que descendía desde uno de los brazos del glaciar principal del Tórtolas. Había agua. Aunque unos centenares de metros más adelante desaparecía entre las piedras. Estudiamos la montaña y la ruta a seguir y decidimos que ese cauce y el brazo de fin de glaciar que lo formaba constituía la mejor ruta para tomar altura en la búsqueda de cumbre. Al día siguiente saldríamos.
Pronto nos metimos en nuestras bolsas y con conversaciones entre carpas o escuchando radio pasamos el resto de la tarde hasta las 20 horas en que cenaríamos. Luego a dormir. La aclimatación obtenida con la marcha nos permitió hacerlo muy bien.

Al campamento 2.
Con sol sobre nuestras cabezas, luego de desayunar y desmontar el campamento partimos apenas pasadas las 9 hacia el brazo de agua por el final del faldeo del Tórtolas. El entusiasmo de emprender ya el ascenso de la montaña nos hacía olvidar el peso de las mochilas. A casi dos kilómetros de Piedras Blancas en los 4.660 metros apareció una formación de pircas.
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Pircado Inca, cercano al viejo camino que cruza desde la parte norte del Tórtolas.
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Estaban algo derruidas y se mimetizaban con las piedras del borde del cauce y de la montaña. Eran unas 5 habitaciones, más o menos redondas, sin trazas de techado. Desde ellas, al mirar hacia el Este, se aprecia perfectamente el acceso al valle del Cura desde el Cordón de Conconta. Toda una estratégica posición. Hacia el Norte se podía seguir un sendero hasta rodear la montaña en el Portezuelo del Tórtolas, zona de paso al país vecino. Tenía el recuerdo de haber leído en el libro “El enigma de los Santuarios Indígenas de alta montaña” de Antonio Beorchia Nigris que la expedición de 1960 del Club Andino Mercedario - que venció al Tórtolas por el flanco argentino -, a 4.900 metros descubrió pircas indígenas con restos de cerámica. Debían ser éstas. Probablemente los doscientos metros de diferencia de medidas se debieran a la relatividad de las mediciones barométricas que tienen más amplitud acorde la presión y según la altura.
Seguimos ascendiendo, muy pronto el fin del glaciar hizo desaparecer el agua que hasta entonces brincaba hacia abajo. Fuimos bordeándolo y en los 5.003 metros de altura decidimos armar campamento.

Campamento 2, Penitentes:
Sólo habíamos caminado 3 horas y media. Pero el haber recorrido casi tres y medio kilómetros, superando un desnivel de 600 metros, nos pareció suficiente para continuar con la buena aclimatación. Era fundamental lograr la mejor aclimatación posible y mantenerla ya que de surgir algún problema sería calamitoso para todos.
Al lado de una formación de penitentes, en la posición 29°56´300 S y 69°51´387 O., montamos nuevamente nuestras dos carpas, no sin un poco de trabajo para nivelar el piso. Hacer un pozo al final de una hilera de penitentes, separando piedras y arena, nos permitió rato más tarde obtener abundante y excelente agua de deshielo. No nos sería necesario en consecuencia derretir nieve. Era una gran satisfacción. Habría más tiempo para hidratarnos, comer (debíamos reducir urgentemente más de dos kilos de peso de nuestras espaldas, representados por dos latas de duraznos en almíbar, trabajosamente ascendidas) y luego descansar cómodamente.

Hacia el 3 de altura:
Doce de Febrero. El frío del amanecer nos hizo demorar un poco la salida. A las 9 y media, ya con el pesado equipo de altura encima comenzamos el ascenso bordeando el glaciar que tenía muchos penitentes y grandes pedazos de hielo de azul brillo que acentuaba más su peligro. A los 5.670 metros, tras larga búsqueda de un espacio lo menos inclinado posible, nivelamos cerca del glaciar, con gran trabajo, dos lugares para nuestras carpas en lo que sería el campamento 3. Inmediatamente comimos livianamente. Habíamos llegado a las 13,30 tras 4 horas de dura subida en las que superamos casi 670 metros de altura y dos kilómetros de distancia. Recogimos con esfuerzo nieve del glaciar en la bolsa de la carpa, para poderla derretir y obtener agua y dado que el sol desaparecería más rápidamente atrás de la montaña, nos metimos pronto en nuestras bolsas de dormir. Restaba esperar la hora de la cena mientras hacíamos nuestra anotaciones y cálculos. Luego a dormir, con un poco más de esfuerzo ya que la altura nos hace despertar varias veces durante la noche.

Hallazgo en la búsqueda de la cumbre:
Decidimos, ese día 13 de Febrero, salir muy temprano, ya que estimábamos el desnivel a ascender en unos 550 metros, en un trayecto de poco más de dos kilómetros hasta la cumbre. Había una fuerte inclinación que podría demorarnos unas 5 o 6 horas, pero no sabíamos con que nos podríamos encontrar. Desde lejos se había apreciado perfectamente el pico final de la cumbre del Tórtolas, pero al acercarnos carecíamos de perspectiva y sólo la flecha del GPS nos indicaba el rumbo.
Partimos, los cuatro, pasadas las 7 de la mañana, (habíamos desayunado un rato antes) dejando armado el campamento 3 y sólo con el equipo, un litro de agua y algo de comida. El amanecer nos flechó intensamente de frío las manos y los pies. El movernos, poco a poco calentaba el cuerpo, aunque sólo terminó de hacerlo el sol un buen rato después de su aparición. Ascendimos en sentido noroeste buscando la parte más alta de las crestas nevadas, evitando el glaciar para no colocarnos los grampones. Buscamos nerviosamente la cresta de cumbre hasta que, ya cerca de la mayor altura del glaciar, apareció hacia el Oeste nuestro objetivo. Florecía majestuosamente sobre un inmenso glaciar, que con una pequeña laguna, tachonaba su base sur. El glaciar se extendía para ascender el abrupto faldeo de la mole hasta casi la mitad de su altura. Había que descender unos ochenta metros, para volver a subir muy por arriba de nuestro actual nivel. Rápidamente vencimos la desazón. Era como subir otra montaña cuando ya creíamos estar muy cerca de la cumbre. Comenzamos el descenso en directo sentido Oeste.
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Tórtolas, cúspide final, y descubrimiento de 2 pircas.

Cuando estábamos a los 5.960 metros, en un pequeño collado que escalonaba el descenso, aparecieron dos pircas rectangulares. Una en mejor estado que la otra al alcanzar sus paredes en algunos lugares más de 60 cm. de altura. En su interior había varios leños para fuego. Desde ellas se apreciaba perfectamente la cumbre. Era nuestro descubrimiento. Estaban sin haber sido holladas o escarbadas desde que fueron abandonadas por los incas.
Vimos varios leños en su interior. El haber buscado la cumbre y equivocar levemente el camino nos había permitido llegar a ellas. Estaba seguro de que no figuran en ningún relato, amén de que no están en la ruta de ascenso desde Chile. La posición 29°56´325 S y 69°53´890 O., estábamos a un kilómetro en línea recta a la cumbre. Pero debíamos seguir descendiendo, para volver a subir. En los 5.920 metros, al pie de la helada laguna comenzó la subida. Nos restaban unos 270 metros hasta la cúspide. Pronto superamos el glaciar y luego fuimos dejando en la fuerte inclinación nuestras fuerzas. Era, entre jadeos entrecortados y descansos, una constante búsqueda por la mejor piedra donde asirse y el lugar que diera mayor seguridad para no derrapar violentamente hacia el glaciar.

En la cumbre
Por fin a las 12,30 estábamos pisando la plataforma de la cumbre. Hay en ella un monolito de unos cincuenta centímetros, de caños de acero con una plaqueta en homenaje a Gabriela Mistral. La posición 29°56´393 S y 69° 54´359 O. y la altura de nuestros GPS 6.195 metros.
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Las Tórtolas, cumbre por la ruta argentina.
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El sol iluminaba toda la cordillera. Hacia el Oeste, en montañas más bajas de Chile apreciamos trabajos mineros viales que circundan en forma de caracol algunas de las pirámides rocosas. Se apreciaba a lo lejos una intensa actividad minera. Hacia el Norte se mimetizaban el Toro, Las Palas y el Potro, no pudiendo diferenciarlos.
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Tórtolas, al fondo la Sierra del Veladero (230 km).
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Pero sí era perfectamente visible el perfil níveo de la Sierra del Veladero que se erguía a 230 kilómetros de distancia y a su Oeste el Bonete Chico. En el Este veíamos la Cordillera de Colanguil, la de Conconta, y también el Nevado de Mondaca hacia el Sur.
Como sabíamos, Las Tórtolas tiene como una de sus más destacadas características, el haber sido coronado con anterioridad a la conquista de América, y así lo prueba, como vimos en su cumbre, la plataforma artificial en forma de trapecio que tiene unos 3 metros de ancho en su lado norte, unos 6 en el lado sur, separados ambos extremos por unos 10 metros de distancia que es la medida de los costados este y oeste. Un santuario de altura de los más explorados por parte de nuestro vecino país, mientras que por Argentina han sido pocas, tal vez la nuestra sea la segunda de las expediciones que lo coronaron. Se encuentra con socavones, agujeros y rastreos, que la han horadado, y prácticamente destruido, realizados por científicos y no científicos. El manojo de leños lucha con dignidad, sobre el costado norte de la plataforma, el paso de más de 500 años desde que fueron depositados por los indios. Ya tampoco quedan trazos de la construcción montada más de cinco siglos atrás. En “nuestra cumbre” la desaparición de la pirca cumbrera era total. Su construcción de bloques de piedra de muchos kilos de peso y grueso espesor no existía. Había sido totalmente destruida y probablemente despeñada para que no estorbase en las excavaciones y búsqueda de hallazgos arqueológicos. Aún, escarbando un poco con el pie aparecen restos de carbono correspondientes a antiguos fogones en la cumbre. En un promontorio de piedras apareció un pequeño cajón de tablas de madera y unos comprobantes dentro de una bolsa plástica. Eran del 28 de Febrero de 2001 de la expedición chilena de Guillermo Handing y del 19 de Marzo del 2002 de una expedición en solitario, también chilena, de Jaime Cartagena. Había habido dos expediciones anteriores a la nuestra, una por año, que pudimos registrar. También al lado de los comprobantes apareció un cortafierros de acero de unos treinta y cinco centímetros de largo, que metí en mi mochila. No se haría más daño con él. Mirta descubrió un diente entre los cascajos y al rato, otro. La ayudamos con Susana y juntamos 30 piezas a pesar de estar diseminadas en un metro cuadrado. Algunas estaban unidas a través de un fino agujero con un alambrito de bronce en grupos de 3 y 4 que formaban, tal vez, parte de un collar o pulsera. Eran demasiado perfectas y al bajar días después descubrimos que eran piezas probablemente de cerámica y modernas. ¡Que absurdo motivo habrá impulsado a alguien a depositarlas allí!. A las 13,30 iniciamos el retorno, encarando el sector sur, que era a pesar de tener grandes piedras, la ruta más segura. A las tres de la tarde estábamos en el campamento 3 de altura. Lo desarmamos y decidimos, a pesar del cansancio, descender hasta Piedras Blancas.

No me cansaré de decir que independientemente de las actividades de santuarios de altura, todo esto es parte de un mudo testimonio de una importante actividad inca de comunicación y control. Las cumbres, en estas alturas, son increíblemente visibles desde grandes distancias pudiendo utilizar fuego y humo para comunicarse no tan sólo entre ellas, sino que con los campamentos base y asentamientos bajos. La leña y los restos de carbono de la cumbre, al igual que los hallados en otras ascensiones y lugares, me lo confirman.
Jaime Suárez
Marzo 2003.
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Meses antes de esta ascensión habíamos realizado una expedición de exploración, durante un fin de semana largo, que nos permitió llegar casi a la base de la montaña, pudiendo ya imaginar las zonas de campamento y la ruta a seguir.
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Me acompañaron a la misma, Susana, Mirta y mi hija Estefanía.
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Tórtolas, Estefanía bajando por la Quebrada de Dali


Tórtolas, un descanso durante la exploración...