INTRODUCCION



"Tanto si piensa que puede, como si piensa que no puede, de cualquier modo está en lo cierto" Henry Ford


Montañista amigo, con el conocimiento, lo difícil o desconocido se vuelve fácil y accesible. ¡Que poca información teníamos en la decada del 90 y años posteriores, de muchas de las más altas montañas de Argentina y Chile! Algunas veces ascendimos una cumbre que no era la principal y otras tuvimos que dejar la expedición como mera exploración al recién poder determinar, ya al fin de la misma, por donde se debería haber accedido o ascendido! Y VOLVER. Durante años fui informando, con relatos y películas, de los resultados de las expediciones que realizabamos y las he condensado en este blog. Espero te sirvan mis relatos.

Jaime Suárez
jaimesuarezgonzalez@gmail.com

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16 octubre, 2010

NEVADO DE ACAY




NEVADO DE ACAY



NEVADO DE ACAY

Cumbre 11-10-2010
Posición 24 25,085 y 66 09,593 - Salta, Rca. Argentina -
Altura 5.781 m
Maggui Acevedo, Guillermo Almaraz, Eduardo Namur, Jaime Suárez

ascendido 11 Octubre 2010

NEVADO  de  ACAY


 y  25 ANIVERSARIO CLUB JANAJMAN DE MONTAÑA


                                     
   Salta - Argentina

                                                                                                                      Por Jaime Suárez
     
Rumbo a Salta

            Nuevamente enfilando hacia Salta “la linda”. Había sido invitado a participar en el ascenso a un cerro y dar una charla, con motivo del 25 Aniversario del Club Janajman de Montaña.  Esta noble entidad del montañismo salteño y argentino fue fundada en el año 1985. Durante esos años de vida esta institución ha realizado innumerables actividades de montaña tanto a nivel nacional como internacional, importantes cursos de montañismo y escalada, trascendentes rescates y acciones solidarias en zonas de montaña.
            El acontecimiento del aniversario fue apoyado por el Gobierno de la Provincia de Salta, la Intendencia de Salta, la Municipalidad de San Antonio de Los Cobres y el Ejército Argentino.
            El cronograma de actividades ya se había iniciado el 4 de Octubre con una exposición permanente de equipos y fotografías de montaña, en su sede social en la calle 20 de Febrero 735 de la capital salteña.


Actividades en la Casa de la Cultura de Salta

El 9 de Octubre a las 9 de la mañana fue la apertura de las celebraciones, con importantes charlas, en la Casa de la Cultura de Salta, continuando después con un reconocimiento a autoridades y ex presidentes, y un almuerzo de camaradería, en la palestra  del club.


Disertación del Coronel Valentín Ugarte




Nicolás Pantaleon y Guillermo Almaraz durante su presentación




Juan Almaráz, Enrique Pantaleón, Nicolás Pantaleón y Fernando Martinis




Luego de ello la partida hacia San Antonio de los Cobres donde esa noche se realizaría una cena fogón para continuar durante el día siguiente las charlas y una mesa debate.
Finalmente el día 11, diferentes grupos, encararían el ascenso del Volcán Tuzgle de 5.530 m, el Nevado Acay de 5.781 m, el Cerro Pompeya de 4.100m, actividades de escalada en el Cerro la Juguetería de 4.200 m.s  y un trekking al Cerro Terciopelo de 3.900 m



Apenas concluido el almuerzo y luego de haber acomodado los equipos de la reunión y los de montaña, en varias camionetas y un colectivo, partimos hacia San Antonio de Los Cobres. Estaba prevista una parada, casi a mitad de camino, a poco más de  100 kilómetros de Salta, para visitar las ruinas de Tastil.



Tastil

            Tastil, por sobre los 3.100 metros de altura sobre el nivel del mar, cuyo entorno habitacional cobija en el presente muy pocas personas, albergó en el pasado, unos ciento cincuenta años antes de la invasión inca, algunos miles de almas.
A dos kilómetros de distancia del pueblo y ascendiendo unos 200 metros, se aprecian, aún con magnificencia, los restos del complejo habitacional y preincaico centro de control y administración zonal. Desde él es fácilmente contemplable todo el entorno de valles circundantes. Está compuesto por una maraña de derruidas viviendas, recintos varios, torcidas y encorvadas calles que convergen en un polo. Transitarlas invita a imaginar como habría sido el pasado de ese lugar y la forma de vida de sus originarios habitantes. No es extraño al agudizar el ojo observar, esparcidos por doquier, restos de cerámica y pequeños trozos de obsidiana, resultado de la fabricación de puntas de flechas. También  continuando la visita se pueden apreciar petroglifos y enterratorios. 




    Ruinas de Tastil - Salta






       Atardecer sobre Tastil



San Antonio de los Cobres

            Pronto continuamos nuestra marcha, para arribar a San Antonio de los Cobres. Miré el odómetro de mi vehículo, había recorrido desde la salida de Mendoza, y luego de pasar por Salta y Tastil, 1.458 kilòmetros hasta llegar aquí.
San Antonio de los Cobres, no era el mismo lugar que había conocido durante la expedición al Llullaillaco en el año 1995. Se había expandido, y mucho. San Antonio de los Cobres, se encuentra aproximadamente a 3.700 m y fue antiguamente un pueblo indio, y luego sirvió para la ruta alternativa de las caravanas de mulas que en la época colonial pasaban por la Puna de Atacama rumbo a Lima; posteriormente fue parada durante el paso de ganado para alimentar los mineros del nitrato del desierto de Atacama y también fue antigua capital del Territorio Nacional de Los Andes. Territorio que  pasó a jurisdicción de la provincia de Salta en el año 1943, cuando fuera disuelto y que había sido fundado en el año 1899.



Durante el día posterior continúan las disertaciones en San Antonio de los Cobres.






    Foto de familia al final de las disertaciones



Luego de los brindis y las salutaciones de la cena, y de un fogón que contó con la participación de los jóvenes, se comenzó la marcha hacia las literas donde pasaríamos la noche. Y al día siguiente comenzaba el programa de expediciones que había preparado la organización del Club Janajman.


               Guillermo listo para la partida


            En la madrugada del día 11 de Octubre, justo a las 4 horas, comenzaron movimientos nerviosos entre las literas del pabellón, con los consiguientes ruidos.  Se levantaba  el primer grupo de andinistas que partiría pasadas las 5 horas para el Tuzgle. Un segundo grupo lo haría una hora más tarde con rumbo al cerro la Juguetería. Los que íbamos al Nevado Acay debíamos salir a las 6 de la mañana y finalmente los que partirían para el Pompeya y el Terciopelo, lo harían a las 9 de la mañana.



      Finalmente, los que íbamos al Acay: Magguy, Guillermo, Eduardo y yo, considerando que estaba nuestro objetivo a cercana distancia, nos pareció más oportuno partir a las 7 horas. Al vehículo, que debería quedar expuesto por los 5.000 metros de altura en pleno amanecer, ya había previsto la noche anterior añadirle kerosén al gasoil del tanque de combustible. 




El Nevados de Acay  es un sistema montañoso que se encuentra a unos 27 Km.  en línea recta con dirección Sudeste desde San Antonio de Los Cobres y a  86 Km. en sentido Noroeste, también en línea recta, desde la capital de Salta.
Se lo aprecia perfectamente desde la ruta 51, que une Salta con San Antonio de los Cobres poco antes de arribar a esta última localidad.


Tras el faldeo norte de este nevado se juntan las rutas 51 y 40 (que proviene de Cachi) y continúan juntas, por muy pocos kilómetros, hasta San Antonio de Los Cobres.








Ficha de ascenso:     NEVADO ACAY 

Expedición realizada el 11 de Octubre de 2010      
Fecha de cumbre: 11/10/10

Cumbre alcanzada:
Cumbre Nevado de Acay.

Posición y Altitud:
La posición de esta cumbre es: S 24°25.085 y O 66°09.593
Altura estimada en cumbre por GPS  5.781 m
Altura IGM 5.716 m
Altura, tallada (1983) en un pequeño larguero de madera al lado de la cruz de cumbre, 5.950 m

Ruta:
Vertiente Noroeste partiendo desde la zona de la mina.

 Acceso:
Desde Salta se transita por la ruta N° 51 hacia San Antonio de los Cobres, ingresando desde la ruta ( 22 Km. antes de San Antonio de Los Cobres) por una huella, hasta  el final de la misma. 

Integrantes de la expedición a cumbre:
Maggui Acevedo, Guillermo Almaráz, Eduardo Namur y Jaime Suárez.

Época más adecuada de ascenso:
Prácticamente todo el año, con los cuidados de cada estación y mejor y mayor equipo en invierno, considerando posibles nevadas. Hay fuertes vientos.

Dificultad:
De alta montaña. No difícil. Imprescindible una buena aclimatación y también experiencia previa en altura y en marcha a gran altitud.

Equipo:
Se suele ascender en el día, pudiendo así obviarse carpa, bolsa de dormir y cargar una mochila con peso a la espalda, y en tal caso es conveniente llevar  abrigo de alta montaña guantes y mitones, zapatos dobles, bastones, gorro, gafas, GPS. Llevar agua. En invierno es conveniente usar botas dobles y  grampones.




         Partimos a la hora pactada y luego de transitar  los 22 Km. desde San Antonio de los Cobres, en el punto S24,17.490, O66, 9.108, a los 3.965 m de altitud, salimos de la ruta ingresando a una huella que se dirigía hacia el cerro. Fue un tránsito normal, hasta llegar al sector de Piedras Coloradas, donde unas lenguas de hielo tapaban nuestra huella. Debíamos abandonar la comodidad del vehículo, ya que era fácil derrapar y  buscar la pala en la cajuela de herramientas. Con los suaves rayos solares de las 8 de la mañana que empezaban a iluminar todo el horizonte, comenzamos a trabajar sobre el duro hielo limpiando los surcos de huella por los que transitarían las ruedas de nuestro vehículo. Fue un efectivo trabajo en el que nos turnamos. A partir de ahí y colocada la velocidad baja continuamos el zigzagueante sendero hasta llegar al final del camino, en el sector denominado la mina. Allí quedaría la camioneta, a los 5.028 metros de altura. La hora 8,35 hrs. Y  la posición S24,24.477, O66,10.552.




Hacia nuestra cumbre

            A las 8,50 horas llevando en la mochila algo de comida, alguna fruta y un litro de agua, iniciamos paso a paso nuestro ascenso.
La cúspide sería en el día. En esta parte del norte de los Andes argentinos es usual la posibilidad de llegar con un vehículo 4x4 hasta alturas que suelen superar los 4.000 metros y a veces como en este caso, los 5.000, a cumbres con alturas que rondan los 6.000 metros. En consecuencia un desnivel de 500 u 800 metros es viable hacerlo, incluyendo el regreso al punto de partida, en el día.
Tiene ventaja esta modalidad en cuanto a poder hacer en un día un ascenso de importancia, pero se pierde el poder apreciar con más detenimiento el entorno que se asciende, las charlas del campamento, y dedicar más tiempo a la contemplación de la cima y todo el entorno de montañas.
Lógicamente, coronar una cumbre en esa modalidad, al no existir aclimatación previa, requiere poseer cierto grado de adaptabilidad a la elevación, y también experiencia en altura. Sugiero tener mucho cuidado con andinistas noveles y con personas a quienes les cueste aclimatar.

            Fuimos ascendiendo sin prisa y sin pausa y  rotando de tanto en tanto el primero de la fila, al que le tocaba marcar el paso. Hacía mucho frío, lo que no sugería sacar ninguna piel de guantes.  Pero agradecíamos los rayos de sol y la falta de viento. Trataríamos de hacer 50 minutos de ascenso por 10 de descanso y mantener dicho esfuerzo hasta la cumbre.
            Casi una hora más tarde del inicio del ascenso nos hallábamos a los 5.230 metros. Superamos doscientos metros de desnivel, pero la inclinada superficie de ascenso se hacía más floja y requería más trabajo de piernas.
A las l0,40 nos encontramos reponiendo fuerzas a los 5.364 metros. Habíamos cubierto un  desnivel de 135 metros más.
Una hora más tarde, y ya en los 5.500 metros, otro desnivel  igual. Se hacía ya más trabajoso el ascenso de los últimos 280 metros.
A las 12,35 estábamos a los 5.600 metros. El viento comenzaba a molestar, y no nos abandonaría.
Una hora después, a los 5.686. Nos faltaban escasos 100 metros para coronar el Acay. El frío continuaba.
Dosificamos el esfuerzo y sin dejar de vernos fuimos buscando en la inclinación, el mejor desnivel y piso posible.


A las 14,30 horas apreciamos a unos 50 metros de distancia, con muy poco desnivel, al derruido  pircado de la cumbre y la cruz de madera que la señala.

Poco a poco nos fuimos esperando y cerrando el grupo, para llegar al unísono a la cumbre. A las 14,40 horas completamos el ascenso y tocamos la amplia cruz de madera donde se lee “NEVADO DE ACAY”.

Que absurdo, ya la denominación de Nevado en muchas de nuestras montañas. Responde a condiciones geográficas del siglo pasado. En Los Andes centrales y del norte de Argentina, en la actualidad, sólo son contemplables grandes manchas blancas de nieve, como resultado de  alguna tormenta. Han desaparecido, y lo siguen haciendo los glaciares que cubrían las cumbres y laderas de muchas de nuestras cúspides. Para colmo, la minería química a cielo abierto está contaminando miles y miles de litros de agua de las reservas acuíferas que han resultado y resultan del derretimiento nieve y de glaciares, antes considerados “eternos”, y que son y serán irreemplazables. Todo eso significa mucha riqueza para algunos extranjeros, unos pocos y miserables dólares para algunos coterráneos, mucha miseria para el porvenir de nuestras poblaciones de ecosistemas de montaña y futura contaminación para todos.

Uno a uno nos fuimos abrazando y en ese gesto alguna que otra lágrima cambió de rostro. Había sido un ascenso trabajoso, pero sumamente agradable al disfrutar en todo momento una excepcional camaradería. Guillermo buscó el libro de cumbre, y estampó nuestros nombres en él. Nos señaló los párrafos que escribió el muy apreciado padre Pablo Pagano, miembro del Club Janajman, que había sido el anterior andinista que había ascendido.


A unos sesenta kilómetros de distancia, hacia el Sur, se apreciaban los perfiles de los picos del Nevado de Cachi, no era fácil precisarlos, pero allí estaban, sobresaliendo en el horizonte.

            Probablemente por el camino inca que se pasa por la ladera Oeste del Acay y que unía la actual San Antonio de los Cobres con Cachi, pasó el adelantado Diego de Almagro, para proseguir por esos valles Calchaquíes hasta la actual Santa María, luego Shincal y finalmente a Watungasta (La Troya), donde esperaría el verano de 1536 para cruzar a Copayapo (Copiapó) en Chile, donde llegaría en el mes de Junio.

Sacamos las consabidas fotos de cumbre, con un molesto viento que no nos facilitaba la gestión. Guillermo aprovechó para comunicarse telefónicamente y dar la novedad al presidente del Club Janajman, Fernando Martinis, y conocer de paso novedades de las demás expediciones. Poco después colocamos el testimonio en honor a los 25 años del club y posteriormente, aguijoneados por el viento iniciamos el retorno.









En el entorno de la cumbre pudimos observar muros derruidos, tal vez alguna construcción rectangular, y también podían apreciarse algunos amontonamientos de piedras que aparentemente pudieron haber  sido pircas de forma ovoide.


Ascender más de 750 metros en casi 6 horas había sido nuestro trabajo. No estaba mal, considerando que lo habíamos realizado a las postres de unos días de festejos.
Tras poco más de dos y media largas horas, y habiendo encarado un descenso más directo que la ruta de ascenso,  pudimos llegar a nuestro vehículo en la zona de la mina abandonada.
A las 18, muy relajados, y cómodamente instalados en los asientos de nuestra camioneta, iniciamos el descenso hacia San Antonio de los Cobres.
Allí nos enteramos con lujo de detalles de todas las actividades de montaña  del día. Y estos fueron, a grandes rasgos, los resultados de los diferentes grupos, que como nosotros encararon las cumbres del programa de ascensos del Club
Al Volcán Tuzgle, de 5.530 m, arribo el grupo pasadas las 7 horas. Participaron 28 civiles y 8 militares, accediendo a su cumbre 27 andinistas. Para 6 de ellos fue su bautismo de alta montaña.
            Al las cumbres del Pompeya, 4.100 m y del Terciopelo, 3.900m, participaron 20 personas, que coronaron la cumbre. Para 7 de ellos, significó su bautismo de cumbre. Uno de ellos, en el Pompeya, fue Juan Almaráz, hijo de Guillermo, que logró su primer cuatromil.
Luego  el regreso a Salta. Merecíamos festejar con una cena de lomitos regados con  cerveza Salta negra.
            Fue un exitoso aniversario por 25 años de fecunda y prolífica labor del Club Janajman.



NEVADO DE ACAY

Datum WGS 84


San Antonio de los Cobres        -24,13.084,  -66,18.854
Ingreso desde  RUTA                  -24,17.490,  -66, 9.108                               3965 m
MINA, -queda camioneta-           -24,24.477,  -66,10.552                              5028 m
5.230 m                                            -24,24.516,  -66,10.302                              5230 m
5.364 m                                            -24,24.571,  -66,10.160                              5364 m
5.500 m                                            -24,24.534,  -66, 9.775                               5499 m
5.600 m                                            -24,24.620,  -66, 9.578                               5599 m
5.658 m                                            -24,24.678,  -66, 9.546                               5658 m
5.686 m                                            -24,24.726,  -66, 9.524                               5686 m
Cumbre ACAY                               -24,25.085,  -66, 9.594                               5781 m 

13 junio, 2010

RELATOS

RELATOS

La Dama y la Vicuñita


Estábamos en La Rioja, a unos 60 km. de Alto Jague, recorriendo el entorno de la Laguna Brava. Esta salada laguna se extiende blanca y mansamente a los 4.200 m de altura, por más de 15 kilómetros, entre la Pampa del Veladero y la Pampa del Peñón. Vivenciábamos en ella, la contemplación de asustadizos flamencos, una rala flora fomentada por las escasas afluencias de agua dulce que se baten en perdida lucha contra la salinidad de la laguna, un gran y huidizo zorro colorado, transpirantes y pequeños geisers, el viejo asentamiento inca -otrora importante centro humano en la zona, con sus derruidas construcciones-, y el marco de grandes y nevadas montañas en todos los sectores del horizonte. Es un paisaje majestuoso y sorprendente que no se cansa de admirar y descubrir.
Pronto el atardecer comenzó alargar sus sombras mientras oscuros nubarrones iban cubriendo el cielo, hasta ese entonces azul y brillante. Nos dirigimos hacia el Refugio Mulas Muertas, a unos 8 Km. de distancia, sorteando trozos del viejo y el nuevo camino en construcción. La llegada al refugio nos permitió emitir un suspiro de alivio. Bajamos nuestras mochilas y equipo, y pronto saboreamos un caliente té.
Luego salimos a observar el clima y las grises formas que tomaban los contornos de los cerros que rodean el refugio. Mirando hacia el que está en la parte posterior nos sorprendió ver la temblorosa silueta de un camélido que se recortaba contra las negras nubes, trastabillando, cayendo y volviendo a levantarse, para volver a caer.
Enseguida pensamos en un animal enfermo o herido, por lo que despaciosamente, con Estefanía, comenzamos a ascender hacia donde se encontraba en su última caída. En unos minutos llegamos hasta él. Era una vicuñita de muy frágil cuerpito, de muy pocos días de vida, con dos inmensos ojos brillando en una pequeñita cabeza, que se mimetizaba en el suelo junto a los amarillentos y múltiples coirones.
Al vernos llegar, intentó infructuosamente ponerse en pié. Con dulces y suaves palabras Estefanía se acercó a ella tomándola con facilidad en sus brazos. Miramos en derredor y no vimos ningún otro animal. Decidí subir unos cerros aledaños para ver señales de su madre. Enero es un mes de parición para estos animales, pero lo raro era que estuviese solo. Barajé algunas posibilidades al no observar movimiento alguno por gran distancia de los alrededores. O su madre lo abandonó, que suele suceder aunque raramente. Que haya sido matada por alguien. O que el recién nacido por alguna circunstancia se hubiese separado de la manada y no se volviesen a reunir, lo que me resultaba difícil.
Bajamos con el bello animalito hasta el refugio. Estefanía, que está terminando la carrera de nutrición, rápidamente le preparó una tibia leche e improvisó una mamadera con un envase pequeño de agua mineral, cuya marca por suerte la provee con pico. Acomodó la vicuñita primeramente en el suelo y poco a poco fue volcando gotas de leche en su boquita. En el comienzo fue un natural rechazo, pero luego una aceptación que aumentaba a medida que en su vacío estómago comenzaba a entrar algo del vital líquido. Estaba hambrienta. Aceptó la mitad del envase y quedó descansando y asimilando la comida. Un poco después y ya en conformidad, en los brazos de su nodriza terminó todo el líquido.
Un rato más tarde se paraba nuevamente sobre sus patitas con algo de gracia. Alguién musitó: ¡Es más linda que Bambi! La dejamos libre. Se fue alejando despaciosamente de nosotros hacia la laguna de la Mula Muerta. Pero a unos 100 metros se tiró exhausta en el suelo. Y quedó ahí descansando. Pensé que era lo ideal. Si su madre andaba cerca la llamaría o se arrimaría a ella. Nos metimos dentro del refugio.
Pasaron dos o tres horas, hasta que en una mutua mirada se cruzó la imagen del zorro rojo en nuestros cerebros. Salimos corriendo hasta donde había quedado “Bambi”. Allí estaba, acurrucada y recibiendo cristalinos corpúsculos de nieve que el viento comenzaba a traer. Estefanía la tomó en sus manos y la acomodó dentro de un gran horno de piedra existente frente al refugio. Preparó otra mamadera de leche, como cena, y maternalmente en medio de la tenue luz de una linterna se la dio sorbo a sorbo. Ya aparecía la lenguita de la vicuña intentando succionar más alimento. ¡Excelente síntoma! musitó la dama. Ya era hora de ir a dormir. Comenzó a nevar más fuerte. Toda la noche hubo tormenta. Me alegré de la decisión que habíamos tomado.
El amanecer era blanco. No existían imágenes definidas. Sólo la de los vehículos cercanos cubiertos de nieve. Nos dirigimos al horno. Bambi estaba bien, aunque tapizado superficialmente su pelamen de nieve. Nuevamente sus grandes ojos de dirigieron a Estefanía. Ésta nuevamente había preparado la mamadera con leche caliente. Y nuevamente comenzó la ceremonia de la alimentación, aunque ahora muy facilitada.
Estábamos contentos. Bambi se veía mejor, y no estaba enferma como en algún momento habíamos temido. Pero no pude dejar de sorprenderme gratamente cuando al abandonar Estefanía el horno, el animalito inmediatamente se paró y salió raudamente tras ella. Con mansedumbre y alegría la seguía paso a paso, y cuando se paraba la dama, la vicuñita daba vueltas en torno a ella. ¡Había encontrado a su madre sustituta! ¡No pensaba abandonarla por nada!
No podíamos dejarla ahí. Su madre no había aparecido. Sería víctima muy pronto de un zorro o un león. Al retirarnos se acomodó en los brazos de la dama en el asiento delantero del vehículo disfrutando los rayos de sol que la acariciaban a través del parabrisas, mientras afuera pelaba el frío. Viajó mansamente con nosotros.
El apreciado Don Cirilo Urriche y su excelente gente, -los guardaparques de Jague-, se harían cargo de ella. Así sucedió ya que con agrado esta gente la tomó a su cargo. Mientras nos alejábamos una lágrima brilló en el rostro de la dama. Viajero que pases por Jague, no dejes de admirar a la vicuñita.