INTRODUCCION
"Tanto si piensa que puede, como si piensa que no puede, de cualquier modo está en lo cierto" Henry Ford
Montañista amigo, con el conocimiento, lo difícil o desconocido se vuelve fácil y accesible. ¡Que poca información teníamos en la decada del 90 y años posteriores, de muchas de las más altas montañas de Argentina y Chile! Algunas veces ascendimos una cumbre que no era la principal y otras tuvimos que dejar la expedición como mera exploración al recién poder determinar, ya al fin de la misma, por donde se debería haber accedido o ascendido! Y VOLVER. Durante años fui informando, con relatos y películas, de los resultados de las expediciones que realizabamos y las he condensado en este blog. Espero te sirvan mis relatos.
Jaime Suárez
jaimesuarezgonzalez@gmail.com
NO QUIERO MINERAS, O SUS CAMPAÑAS DE INTELIGENCIA, ANUNCIANDO EN MI PÁGINA...
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29 agosto, 2009
EL MONTAÑERO Y EL DUENDE
EL MONTAÑERO Y EL DUENDE DE LA MONTAÑA
Por Jaime Suárez
La montaña tiene un Duende,
un Duende que está en todas las cumbres,
lo más cerca posible de Dios
y lo más lejos que puede de los hombres...
DE JOVEN, EN LA MONTAÑA...
Mientras ascendía,
dosificando el esfuerzo;
mientras paraba,
controlando el cansancio;
sentía los rayos del sol,
sobre mi cuerpo
y una suave brisa
que acariciaba mi rostro...
Abajo el valle brillaba
y arriba las crestas
llamaban.
El sol, Y el viento,
el valle y las cumbres
irradiaban una majestuosa paz,
que imposible de explicar,
recibía...
constante y continua,
pura y eterna,
y se mezclaba con mi soledad.
Luego, llegué...
Sentado en la piedra más alta
estaba el duende de la cumbre.
Al recibirme preguntó:
-¿A qué vienes?
Le contesté:
- A estar más cerca de Dios,
y a tratar de hablar con él....
Me respondió:
- ¡Por que no aprovechaste!,
subió acompañándote,
cuando llegaron se marchó...
¿En qué pensabas..?
Jaime Suárez
Andinista - (2006)
UNA VEZ MÁS...
Una vez más emprendía
coronar una cumbre,
cuyo perfil tenía en mi mente
desde tiempo atrás.
Una vez más,
al pie de la montaña...
una vez más le pedía
al duende de la montaña
permiso para acceder a ella.
Una vez más iniciaba
el paso a paso,
pidiendo el apoyo
de mis muertos y mis vivos.
Una vez más
pasaban las horas,
mientras ensimismado
en mis pensamientos
y bebiendo cántaros
de luces y paisajes,
llegaba al fin
de la agotadora jornada.
Una vez más la vista
de millones de estrellas
estallaba en mis ojos
antes que mis párpados
se plegaran al sueño.
Una vez más
con el milagro
de un nuevo amanecer
y la tibieza del sol
sobre mi cuerpo,
reiniciaba mi tarea.
Mientras ascendía,
ya en confianza
y reconociéndonos,
una vez más,
pude dialogar
con el duende de la montaña.
Él me hablaba
de personas,
de historias y desventuras
de tiempos pasados y lejanos,
en su dominio.
Yo le hablaba
del mundo
que quedaba abajo.
Y así pasaban las horas
hasta que nuevamente
una brillante alfombra de estrellas
volvía a cubrir
el ocaso del sol.
Una vez más,
al siguiente amanecer,
al proseguir el diálogo,
no podía evitar
acariciar la compañía
del espíritu de la montaña.
Una vez más,
me acompañó,
hasta llegar a la cumbre
y se emocionó con mi emoción.
Y conjuntamente
disfrutamos emociones
hombre y duende.
Una vez más
lo sentí materializarse
en alguna que otra lágrima
que brotó de mis ojos.
Y por primera vez,
le escuché esta pregunta:
-Te suelo ver en las cumbres,
¿cuéntame que sientes en ésta?
-Una vez más siento frío...
Me respondió:
-No es mi frío,
es tu soledad...
-Una vez más,
siento cansancio.
Me contestó:
- No es tu cansancio,
es tu falta de ilusión...
-Pero una vez más,
siento que Dios existe...
Y me dijo
“No ha sido en vano acompañarte...
Vuelve a visitarme;
estaré en cualquier cima.”
Agradecí mientras comprendía
que debía iniciar el descenso
y que bajaría solo,
pero pensando
en la conversación de cumbre.
El duende de la montaña
quedaría en su cúspide,
y tal vez en su espiritualidad
cavilando sobre los mortales
que desde
la dimensión de las emociones,
hollábamos su reino.
Jaime Suárez
Andinista - 2007
DE HOMBRE, EN LA CUMBRE
La montaña...
Verla de lejos,
es ansiarla.
Contemplarla,
es gozarla.
Estar inmerso en ella,
es sacralizarla.
Otra vez la coronaba,
mientras
caía el atardecer,
lentamente
sobre mí,
absorbiendo luz,
imponiendo oscuridad,
y robando pensamientos...,
Un fugaz sobresalto
me hizo presentir
una compañía...
-¿Sigues viniendo?
Tenía a mi lado,
sobre una piedra,
al duende de la montaña...
Alcancé a responder:
-¡ Sí, y me has visto mucho;
y me ves...,
pero algún día,
sólo me verás de lejos...!
-Ése día aún no te ha llegado
y el ayer no existe más...
¡Ambos sentidos no existen...!
Me alegro que hoy estés...
- Yo me alegro que tu sentido,
sea el momento...
¡qué absurdo para un inmortal..!
-No, no lo es.
El presente es la puerta que nos une,
pero cuando ambicionas,
desaparece.
Estoy porque
dejaste de pensar
y comenzaste a ver...
Otra vez más, pudimos hablar...
de cuando el paisaje era venerado
y los montes, valles, ríos,
y animales, eran sagrados.
Que la tierra es un ser vivo,
e incomprensible para la razón,
porque la realidad
no es razonable...
Porque el siempre
es simplemente el ahora,
y lo que nunca se acaba,
es el presente.
Teníamos ambos,
el momento a momento.
No teníamos
absolutamente,
ninguno de los dos,
nada premeditado.
Jaime Suárez
Andinista
El Cóndor – Enero 2008
DE VIEJO EN LA MONTAÑA
Una vez más,
y años después...,
ya no para emprender una cumbre,
sino tal vez,
para recordar y remozar
perfiles y emociones
que desde siempre
tenía en mi mente,
estaba...
al pie de la montaña.
Una vez más
iniciaba el paso a paso,
sólo que ahora,
cansinamente,
con torpeza,
dirigiéndome
en pos de la montaña,
lo más allá que pudiese,
no ya pidiendo el apoyo
de mis muertos y mis vivos,
sino que sintiéndolo
profundamente.
Estaba en el punto,
en que solicitaba
al duende de la montaña
como siempre hacía,
permiso para acceder.
Pero en esta circunstancia
no la subiría,
sólo quería,...
despedirme de ella.
Y escuché su voz:
- ¡Extrañaba nuestros encuentros!
¡Te veo abajo y no subirás!,
Advierto que llegó el momento...
¡Cuéntame qué sientes!
Le dije:
- Una vez más siento frío...
Me respondió:
- No es mi frío,...
ahora son tus recuerdos.
- Una vez más, siento cansancio.
Me contestó:
- No es tu cansancio,...
ahora son tus emociones.
Y contesté:
-Pero más que nunca siento
que Dios existe...
Y me dijo:
Has perdido lo individual,
casi somos uno.
Todos quieren
coronar la cumbre,
sin saber
que la mayor emoción
es ascenderla.
Has descubierto
más que el límite
de lo que tus ojos
han visto...
¡Has entendido,...
lo que ya sabes!
Y concluyó gravemente:
-Viejo amigo,
¡ simplemente llámame...!
yo estaré...
no sólo en las cimas,
también junto a ti,
donde sea te encuentres...
Hubo lágrimas
en un rostro,
un brillo etéreo
en el otro,
y ninguna despedida.
Pronto...
acompañando el atardecer,
comenzó el inicio
del último retorno,
pero por fin...
menos solo
Jaime Suárez
Andinista
Etiquetas:
POEMAS DE MONTAÑA