INTRODUCCION



"Tanto si piensa que puede, como si piensa que no puede, de cualquier modo está en lo cierto" Henry Ford


Montañista amigo, con el conocimiento, lo difícil o desconocido se vuelve fácil y accesible. ¡Que poca información teníamos en la decada del 90 y años posteriores, de muchas de las más altas montañas de Argentina y Chile! Algunas veces ascendimos una cumbre que no era la principal y otras tuvimos que dejar la expedición como mera exploración al recién poder determinar, ya al fin de la misma, por donde se debería haber accedido o ascendido! Y VOLVER. Durante años fui informando, con relatos y películas, de los resultados de las expediciones que realizabamos y las he condensado en este blog. Espero te sirvan mis relatos.

Jaime Suárez
jaimesuarezgonzalez@gmail.com

NO QUIERO MINERAS, O SUS CAMPAÑAS DE INTELIGENCIA, ANUNCIANDO EN MI PÁGINA...

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14 octubre, 2008

GEMELOS

El Gemelos desde el campamento base

GEMELOS

ascendido el 9 Febrero 2005


6.196 m.s.n.m.

Realizada desde el 3 al 10 de Febrero de 2005
Ubicación:
Esta montaña, se encuentra en la República Argentina, en la provincia de La Rioja, en la posición S 27°51´416 y O 068°54´586.
Altitud:
Por GPS, 6.147 m sobre el nivel del mar; por mapa del IGM, 6.196 m.
Fecha de cumbre:
9 de Febrero de 2005.
Nombre de la Ruta:
Gladiadores.
Ascensos:
Nuestra expedición fue el 3° ascenso que coronó esta cumbre, Johan Reinhard –EEUU- y Alexander Von Götz –Alemania- fueron los anteriores; y se constituyó en la primera nacional.
Época más adecuada de ascenso:
Noviembre a Febrero.

De alta montaña. Imprescindible buena aclimatación. También experiencia previa en altura, en marcha a gran altitud y muy buen conocimiento de Los Andes. Se presenta dificultad al ascender los últimos 200 metros de altura del morro de cumbre. Hay que llevar grampones, aunque no se usen, ya que según el año por una nevada imprevista al inicio o fin de temporada se presentan glaciares en la ruta, especialmente al final. Es fundamental la buena aclimatación.
Equipo:
Tienda de altura. Hornillo y combustible o gas suficiente. Abrigo de Alta Montaña.
Parka y bolsa de dormir de altura, zapatos dobles, grampones, bastones. GPS.
Agua:
Hay que llevar al menos, en el vehículo, 10 litros de agua por persona.
Acceso:
Ya en la provincia de La Rioja, se arriba hasta la Laguna Brava, desde allí hasta el Río Salado, desde donde se enfilará paralelo a él hacia el Norte. Los detalles de acceso e itinerario se citan en el relato.

Objetivo Gemelos....

Los Gemelos, nombre que seguramente no verán figurando en ningún mapa, se encuentran en la provincia de La Rioja, a casi 10 kilómetros al sur de la frontera con Catamarca y a 20 kilómetros al este de la frontera con Chile. Forman parte de las cumbres casi ignotas que aún quedan en nuestro país. Son dos conos casi semejantes, el Norte y el Sur, separadas sus cumbres por un kilómetro y medio de distancia. La Norte, que es la más alta, tiene unos 50 metros más que la sur, y posee a su norte una antecumbre 100 metros más baja de la cual esta separada por un collado que desde los 5.950 metros desciende con glaciares hacia los costados este y oeste. Desde la parte superior de este collado se accede a la cumbre.
Gemelos es el final de la Sierra del Veladero. Esta sierra nace más arriba de la Laguna Brava y se extiende de Sur a Norte por unos 26 kilómetros. De este sistema la cumbre del Veladero, el Reclus y Gemelos son las principales montañas, pero a pesar del mapa, parecieran estas dos últimas ser independientes de la Sierra.
Se propuso como objetivo, considerando que era una montaña con poquísimas ascensiones dentro de una zona muy virgen aún en exploraciones. El único impedimento que veíamos era tener que dejar seguramente las camionetas por varios días en alturas cercanas a los 5.000 metros con los consiguientes problemas ocasionados por el frío en los líquidos y combustibles.
Partimos desde Mendoza a La Rioja, el Jueves 3 de Febrero a las 8 horas y al mediodía almorzábamos en Villa Unión, donde llenamos totalmente los tanques de combustible. Desde allí seguimos el asfalto hasta Vinchina y luego por camino consolidado, con trazos de asfalto, hasta llegar al puesto de control de la Reserva de la Laguna Brava, en Alto Jagüe, donde una vez más Don Cirilo Urriche, tras los pertinentes y afectuosos saludos, procedió a cobrarnos el ingreso al parque. Era de 15 pesos por vehículo y 10 por cada persona transportada. Igual siempre es conveniente consultar por variaciones que se pudieran producir.

Es agradable contemplar poco antes de llegar a Alto Jagüe, la magnitud de la bella silueta del Bonete Chico ( 6.759 m) hacia el noroeste, y poco más adelante, mirando hacia el Sudeste, el níveo perfil del Famatina y su principal cumbre el General Belgrano de 6.107 m.

Pasadas las 17 horas arribamos al refugio de El Peñón, inevitable lugar en el que a sus 3.600 metros de altura comienza la aclimatación de la expedición. Armamos nuestras carpas en un costado del refugio, respetando una lógica distancia con las tumbas existentes de las que ya no queda vestigio visible, que las indiquen. Prendimos y alimentamos un pequeño fogón en el interior de la vieja construcción y procedimos a preparar una suculenta cena. A la mañana pudimos apreciar, cercano a nuestras carpas, un zorro de precioso y brillante pelaje buscando comida.
Cerca de las diez partimos hacia la Laguna Brava. Una vez en ella nos arrimamos a su borde para tratar de acceder, a los restos del avión que en ella aterrizó años atrás, y que se encuentra casi en la parte opuesta. Pero el nivel del agua salada que nos llegaría hasta las rodillas, nos desanimó. Continuamos viaje pasando frente al refugio de la Laguna Brava (del destapadito), contemplamos la majestuosidad del Bonete, el Pissis, el Reclus y la Sierra del Veladero, luego superamos el refugio del Veladero (S 28°13´467 y O 68°55´263, 4.395 metros ), hasta finalmente llegar al de Barrancas Blancas, donde pensábamos pernoctar, pero un ofrecimiento de los operarios de un cercano obrador, a quienes habíamos ayudado en una reparación liviana de su camioneta, nos permitió dormir bajo muy buen techo. Nuestra posición S 28°10´416 y O 69° 08´692, la altura 4.050 metros, casi unos 500 mas alto que el Peñón, nos venía muy bien para nuestro plan de aclimatación. Como siempre, una vez ubicados en un campamento, procedemos luego a paseos y ascensiones en los alrededores. Más tarde fue muy agradable disfrutar de una buena cena, que pudimos preparar cómodamente y de la hospitalidad que nos fue brindada. Partiríamos a la mañana siguiente al encuentro del Río Salado.

Salimos al día siguiente a las 9,30 horas, poco más allá de 8 kilómetros llegamos al Río Salado, comenzando nuestro rumbo hacia el norte siguiendo su cauce. En la posición S 28°03´457 y O 69° 09´419 por sobre los 4.140 metros y a poco más de siete kilómetros de haber seguido el río encontramos el desvío que tras unos cinco kilómetros de marcha, hacia el oeste, no ubicó en el “volcancito”. S 28°01´380 y O 69° 10´994, en los 4.210 metros.
jaime suarez
El Volcancito
Esta formación es este resultado de una curiosa y constante erupción de agua que ha ido forjando a lo largo de muchísimos años esta forma cónica similar a un volcán. Fluye en su centro y hacia la superficie, seguramente con alguna temperatura, pero al llegar el agua a la orilla no se puede apreciar calor alguno. No se ve el fondo, que se adivina sumamente profundo.
Retornamos a la posición del desvío y encaramos nuevamente nuestra marcha al norte. Muy pronto nos separamos del cauce del Río Salado y avanzamos entre montañas que nos separaban del río por un lado y del límite con Chile por el otro. Antes de la Quebrada Seca Norte comenzamos a ver hacia el Este los perfiles de la parte de atrás del Veladero, el frente oeste del Reclus y Gemelos
jaime suárez
jaime suarez

Gemelos, desde la huella paralela al Rio Salado


y la pared sur del Pissis. Continuamos nuestro avance por una huella con alguna que otra dificultad causada por aluviones hasta llegar a S 27°48´172 y O 69°02´640, en los casi 4.600 metros donde desviamos rumbo a Gemelos, cruzando los flacos hilos superficiales que conforman en esa planicie el río Salado. De haber continuado la ruta hubiésemos salido al Valle Ancho, para pasar por la faz norte del Pissis y terminar saliendo en Las Coipas, sobre la ruta al Paso San Francisco, ya en Catamarca.

El campamento base
Desde ahí un abrupto ascenso, en el que debimos utilizar el bloqueo y todas nuestras mañas de manejo. Pronto estuvimos en los 4.700 metros sobre piedras flojas y ripio que nos hacían derrapar, hasta que ya sobre una mejor superficie alcanzamos los 4.900 metros. Buscamos desde allí una buena zona descendiendo unos metros hasta un extinguido cañadón o cauce, que descendía de mayor altura, entre dos amplios hombros rocosos. Era el lugar ideal para ubicar nuestro campamento base. La posición 27°47´828 y O 68°59´352, sobre los 4.870 metros, a cinco kilómetros y medio del desvío y a casi once de la cumbre que intentaríamos. Habíamos demorado cuatro horas en llegar.
Armamos una carpa estructural grande que nos daba cabida a todos, ya que pasaríamos dos noches en el lugar y queríamos estar lo más cómodos que fuera posible. En un campamento base, a casi 4.900 metros de altura, solos ante todo y muy lejos de cualquier pueblo o posibilidad de ayuda, es importante mantener una buena comunicación y ánimo. Comimos muy bien, nos hidratamos suficientemente y no pudimos dejar de admirar esa noche un resplandeciente y lechoso cielo colmado de miles de estrellas. Se ven muchísimo mejor que en cualquier ciudad o lugar a nivel del mar. No dejó de preocuparnos la gran cantidad de rayos que se veían muy distantes en alturas inferiores a la nuestra, y casi en todo nuestro alrededor. Esa noche escuchando radio nos enteramos de lluvias muy fuertes en muchas ciudades del país.

Nunca dejaré de resaltar la importancia del adecuado control de los líquidos de las camionetas. A pesar de ser verano, sobre los casi 5.000 metros las temperaturas pueden llegar, especialmente en la hora previa al amanecer, fácilmente a los 20° bajo cero. En nuestra carpa la primera noche llegó a los 12° bajo cero según registraba el termómetro exterior añadido al cierre relámpago de la carpa. Por lo tanto el agua debe estar con el suficiente anticongelante al igual que el gas-oil, el que precipita la parafina e impide el arranque. Desconectar la batería, protegerla con alguna manta especial y resguardar del viento frío al radiador, tapándolo cuanto más se pueda, ayuda más de lo que pudiera suponerse. Cuidado con los arranques prolongados que restan vida a la carga eléctrica y si es necesario esperar a las horas de mayor calor para arrancar el vehículo. Lógicamente, ir en un solo vehículo es exponerse a no regresar. Llevar un juego de cables para conectar baterías.
El domingo 6 teníamos pensado realizar un porteo con los vehículos hasta los 5.500 metros de altura, donde estableceríamos el campamento 1 y regresar al Campamento Base para poder partir el día lunes “ligeros de equipaje”. Las lenguas de penitentes que existían más adelante nos impidieron hacerlo. Ascendimos cerros cercanos para aclimatar mejor y decidimos partir el lunes 7 hacia el Campamento Uno, continuando el plan original, pero con todo el peso a nuestras espaldas. Disfrutamos esa noche de una pequeña nevada.

Hacia el campamento unoPartimos a las 8 y media, con el equipo, carpas y la comida. El sol había empezado media hora antes a dispersar sus rayos sobre un fino manto que había dejado la nieve. Caminamos pesadamente por dos kilómetros y ascendiendo poco más de 100 metros en dirección a nuestra montaña. Un pequeño alto. Cinco kilómetros adelante y habiendo ascendido casi 350 metros mas, apareció un ancho glaciar de altos penitentes de debíamos franquear, no sin cierto grado de dificultad por sus filos y dureza. Nos tomó un tiempo y debimos al final del mismo descansar un buen rato. Seguimos ascendiendo por más de un kilómetro y medio y llegamos a los 5.427 metros y al lugar donde fijaríamos nuestro campamento uno de altura. Buscamos el resguardo de unas grandes piedras que nos protegieran del viento y armamos las carpas. Al día siguiente intentaríamos coronar la cumbre. Fueron unas siete horas de marcha y ascenso. El tiempo parecía mejorar. Nos hallábamos en S 27°49´854 y O 6°54´392, a poco más de 700 metros de desnivel y casi 3 kilómetros de distancia del punto que habíamos presupuestado como el de cumbre.


Hacia nuestra montaña...Las distancias y alturas que manejamos nos posibilitaban intentar la cumbre con un solo campamento de altura y también partir una vez que el sol hubiera aparecido. Eso nos evitaba pasar fríos innecesarios. Salimos el martes 8 nuevamente a las ocho y media de la mañana dejando armadas y bien cerradas las carpas. Llevamos un litro de agua y comida liviana de marcha que incluía algunos caramelos. Luego de cruzar tres glaciares de penitentes, esta vez más pequeños, encaramos el ascenso longitudinalmente por dos largos y pronunciados acarreos, ubicados en la faz norte de la montaña. Por lo trabajoso que resultaba el esfuerzo Hans bautizó la ruta como “de los gladiadores”. El último acarreo nos proyectó a los 5.890 metros. Luego apareció el suave glaciar que descendía del collado que separaba la cumbre norte de su antecumbre, tapizado de una regular superficie que nos permitió colocarnos sin dificultad cincuenta metros más arriba. Habíamos llegado al punto más alto del collado. Encaramos rápidamente a la cumbre norte sobre piedras de buen tamaño que facilitaban el ascenso, a pesar de la inclinación. El esfuerzo se acrecentaba por la altura. Fueron casi doscientos metros de arduo trabajo, pero al final coronamos cuatro personas la cumbre más alta del Gemelos. Eran las 14,30 horas, había sido un esfuerzo de 6 horas desde la partida, pero podíamos ya contemplar toda la belleza de esa parte de la montaña Argentina.
La que Hans denominó ruta Gladiadores había comenzado en el Campamento Uno de altura avanzando de norte a sur sobre la pared norte de esta montaña y sobre la zona de acarreos, luego ascendiendo sobre la pared noreste formada por el glaciar y el cono final.
Ante nuestros ojos sobresalía la pared sur del Pissis que exhibía sus cumbres, su glaciar y en medio de éste el cono de la cumbre Cardenal Samore. Hacia el sur la cumbre unos 50 metros más baja del Gemelos Sur. Más lejos el Reclus y más allá el Veladero. Hacia el este el Bonete Grande y los bordes del cráter de la Caldera del Inca Pillo. Al sud-este toda la mole del Bonete Chico.
Lejos hacia el norte, superando el perfil y entorno del Pissis, el Tres Cruces, el Tres Quebradas, la punta del Walter Penck, los picos que forman el cráter del Nacimiento y la inconfundible silueta del Inca Huasi.
Era un maravilloso espectáculo que disfrutamos por el buen día que nos había tocado de cumbre. Fotos, recoger el testimonio de la expedición de Alexander, que fue la segunda en hacer cumbre, felicitar a Susana por ser la primera mujer y el orgullo de haber sido la primer expedición argentina en coronar esa montaña.


Jaime, Oscar y Hans en la cumbre. Al fondo pared Sur de Pissis



Pasadas las 15 horas comenzamos el retorno. A cada metro bajado, un poco más de oxígeno llenaba nuestros cansados pulmones. Pronto bajamos el glaciar. Los largos y trabajosos acarreos resultaron ahora fáciles de descender y tras tres horas estábamos arribando al campamento uno. A dormir y al día siguiente el objetivo sería llegar a los vehículos, desarmar el campamento base, arrancar nuestras camionetas e iniciar el largo retorno .
Al pasar por la Laguna Brava vimos que, por las tormentas, había aumentado la cota de agua, y lucía orgullosa ahora un mayor tamaño y profundidad.
Comenzaba nuevamente un regreso, que quiera Dios sea el inicio de otra aventura de montaña.

Jaime Suárez
Febrero 2005

jaime suarez

13 octubre, 2008

SIERRA DEL VELADERO

jaime suárez

El Veladero, desde la Laguna Brava


VELADERO

ascendido el 13 Noviembre 1998

Objetivo, VELADERO...Esta bella cumbre, que sobresale majestuosamente con sus 6.438 m entre las que componen la Sierra del Veladero, fue y es un verdadero punto natural estratégico en esta región del país.
Se encuentra a unos 27 km. del límite fronterizo con Chile, y el largo aproximado de la sierra supera los 30 kilómetros. La posición de su cumbre principal es S 28° 05´450 y O 068° 58´550.
Su perfil se impone aún antes de llegar a la Laguna Brava, y su cumbre sigue siendo perfectamente contemplable no sólo mirándola desde el límite fronterizo con Chile en el oeste sino que desde diferentes puntos. La pampa del Veladero se extiende como una alfombra en su sector sureste y el campo de los Burritos Muertos en su este limitando con la base del Bonete. Su fin en el norte prácticamente concluye cerca del oeste del Pissis.
Un perfecto y natural atalaya que a pesar de no superar los 6.500 metros predomina más que varias cumbres mayores en altura que desde decenas de kilómetros lo rodean.
me su

Sierra del Veladero, La Rioja, Argentina

En su entorno se encuentran montañas como Bonete (6.759m) y Pissis (6.882m) ya escaladas anteriormente por nuestras expediciones, y que serán futuros centros neurálgicos del andinismo internacional por la importancia de sus alturas, ya que el Pissis que es la segunda montaña de Occidente –desplazó al Ojos del Salado-, y el Bonete es la sexta en orden de alturas.
Domina y tutela esta orgullosa cumbre nevada el antiguo camino que primero transitó el ejército imperial inca (quinientos años atrás) y luego las manadas de ganado que cruzaron desde Argentina, pasando por Yague, hasta Copiapó en Chile (esto más cercano en el tiempo, sólo cien años atrás)

Esta montaña la habíamos constituido en objetivo para la primavera de este año, por parte de la Unión Panamericana de Asociaciones de Montañismo y el Club Andinista Mendoza y hacía varios meses que teníamos programada la expedición, al igual que en las anteriores montañas.
Partimos de Mendoza el Sábado 7 de Noviembre a las 11,30 horas, Mirta Sarmiento, Adriana Dominguez, Hans Siebenhaar y el que suscribe, Jaime Suárez, y tras un largo pero agradable recorrido por la 40 atravesamos el norte de Mendoza y todo San Juan hasta llegar a La Rioja, pasando por Villa Unión, Vinchina, Alto Jague, hasta finalmente llegar al Refugio El Peñón, dentro de la Reserva de Laguna Brava.



Refugio El Peñón

Armamos nuestras carpas en su entorno y procedimos a descansar.
El refugio, construcción de piedra con diseño de nido de hornero, ya estaba colmado por visitantes que regresaban de la Laguna Brava en tres vehículos y por máquinas de Vialidad que mancharon con aceite y gas-oil todo el piso de tierra, afeando el ambiente.
La agresión indiscriminada está produciendo en la montaña multiplicidad de residuos de todo tipo, que incluso contribuyen seguramente a enfermar a roedores y pájaros que han formado un pequeño dominio dentro de ese ecosistema. Un ratón de lentos movimientos, que intentaba meterse bajo nuestras carpas y carente de todo tipo de reflejos nos dio la pauta de que no nos equivocábamos. Se haría necesario aislarse totalmente de lugares en que se observasen desechos de roedores.
Dos cruces toscas señalan, debajo de la gran roca, dos tumbas. Ellas comparten con los viajeros circunstanciales, que no se dan cuenta de su presencia, la soledad y el silencio que imperan, sin dar idea ni reflejar el drama que les impuso la muerte.
A la vuelta plantearíamos –y así lo hicimos- a los guardaparques de la reserva la necesidad de un mayor control sobre la recolección de basuras y el mal manejo de combustibles observado. Es prometedor el futuro de esta zona y sería bueno mantener los cuidados que sean necesarios.

No está demás recordar que unos 50 metros antes de este refugio y gracias a dos tubos plásticos se puede recoger con facilidad agua potable que surge al mismo borde del camino. Salvo que se siga para la frontera, es difícil volver a conseguir este precioso líquido. Llenar recipientes sin miedo.
Luego de una agradable noche, la mañana del día 8 nos sorprendió ascendiendo unos cerros aledaños para contribuir a una mejor aclimatación y más tarde, pero antes del mediodía,
emprendimos la marcha hacia el próximo Refugio Laguna Brava, ya al borde de esa laguna, y que sería nuestra base de aclimatación.

Refugio Laguna BravaMuy pronto, dentro de la hora, llegamos a la Laguna Brava desde el Peñón. El odómetro de mi vehículo marcaba 660 Km. desde Mendoza hasta ella.
El día era espectacular. Un profundo cielo azul resaltaba el amarillo oro de la rala vegetación desparramada en torno al refugio y al lado noroeste de la laguna.
El resto del domingo 9 fue para armar nuestras carpas dentro de la pirca corral que 100 años atrás se construyó con el refugio, destinada al ganado caballar. También fue para dedicarnos a un tardío almuerzo y para observar, sólo por un momento, el esqueleto del “destapado” que seguía al lado de la puerta del refugio con su “imposible de tapar osamenta”. Una vez más tratamos de rellenar los agujeros con piedras, aunque seguros que se volvería a destapar parcialmente.
Este cadáver forma ya parte indisoluble de la historia de este refugio. Una breve oración brotó desde nuestro interior hacia su alma.
No pudimos dejar de admirar esa noche la vista de la vía láctea. Ninguna bruma, ni smog nos impedía contemplarla tan bien desde los más de 4.000 metros de altura.
Los autos quedaron con sus trompas frente al borde este del refugio. Era una forma de protegerlos del gélido viento que corría desde las faldas de la montaña.

Hacia el campamento Base
El lunes 9 a temprana y solar hora partimos en los dos vehículos hacia el encuentro del que sería nuestro campamento base. Aunque habíamos estudiado las cartas, quisimos revisar palmo a palmo cada entrada que pudiese permitir acercarnos a nuestro objetivo.
Siempre que se encara una cumbre sobre la que no se tienen antecedentes se producen situaciones lógicas de preocupación en lo relativo a evitar equívocos de ruta que puedan hacen demorar o fracasar la expedición.
Por suerte se trataba de una montaña con plena visibilidad de su cumbre, libre de obstáculos visuales, por lo que de una manera u otra sería inevitable no hallar un buen camino de ascenso, era sólo cuestión de tiempo.


El veladero, sobresale majestuosamente su cumbre dentro de la Sierra del Veladero.


Tras conversaciones, nerviosas miradas a las cartas y análisis varios llegamos por la Pampa del Veladero, después de abandonar el camino a la base del Bonete e introduciéndonos en una suave lengua resultado de un antiguo y ya inexistente gran cauce glacial, al que sería de ahí en más nuestro campamento base. Su posición era S28°07´924 y O 068°53´934 y su altura los 4.750 m. Tenía un pequeño y limpio glaciar de nieve recostado sobre el borde de una lomada.
Marcamos nuestros GPS y satisfechos con la ubicación y la altura y regresamos los 22 kilómetros (línea recta) que nos separaban de la Laguna Brava, ahora en una forma más tranquila y escuchando música mientras contemplábamos el Bonete, por haber determinado el acceso correcto a la base de la montaña.
Un almuerzo lo más fuerte posible (fue menos de lo necesario), luego tras un breve descanso nos dedicamos a recorrer la Laguna. Nuevamente contemplamos los famosos y escondidos geisers, fotografiamos los flamencos rosados y tras descubrir un nuevo conjunto de pircas, no relevadas hasta ahora, procedimos a ascender los dos cerros que actúan de “puerta” de la Laguna. Uno es el llamado “Don Mario”, donde en su cumbre y a 4.300 m contemplamos y fotografiamos la pirca circular de unos 3 metros y medio de diámetro útil y la medialuna de piedras anexa que permitía a los incas protegerse del viento y vigilar todo el entorno. Todo ello con una preciosa y directa vista a la cumbre del Veladero (donde luego relevaríamos otra construcción). También pudimos observar otros derruídos y pegados muros de piedra que formaban parte de las construcciones. Desde el cerro Don Mario se baja directamente a los tambos y pircas que se encuentran al borde de la laguna y que en su momento constituyeron toda una ciudadela. En el otro cerro no encontramos vestigio inca alguno.
Regresamos contentos a nuestras carpas y un poco más aclimatados para los 4.000 metros.
No podría de dejar de imaginar, situación que trasladé a mis sueños de esa noche, como se movían los incas en todo ese entorno de la laguna brava. Me parecía ver sus grupos moviéndose de un lado a otro y a vigías oteando horizontes desde sus altas pircas. Cuantas cosas habrán sucedido en esa solitaria parte de nuestro país.

Hacia el campamento base con todoEl martes 10 salimos con nuestros automotores al que sería el Campamento base. No nos apuramos en despertarnos. Tranquilamente la partida se produjo a las 11 horas. A las 12 estábamos en los 4.750 metros armando nuestras 2 carpas y acomodando nuestros vehículos que deberían resistir varias noches con temperaturas bajo cero. No está demás recomendar que hay que tener suficiente anticongelante en el radiador y por lo menos echarle un litro de kerosene al gas-oil para evitar que se hagan solidificaciones en sus componentes. Aparte se debe considerar el desgaste de la batería, no olvidemos que más de 4.700 metros no es una altura normal y el frío siempre es considerable, aunque estemos en plena primavera. Aprovechamos la inclinación del terreno apuntando las camionetas hacia el valle, por lo que pudiera pasar. Unos montículos de piedras que improvisamos intentarían desviar en lo posible el viento de sus radiadores.
Entrábamos a las noches “largas”. Meternos dentro de las bolsas luego del té de las 17 horas, esperar la cena de las 20 horas y a dormir para matar el tiempo.
Adriana y Mirta compartieron nuevamente su carpa mientras que Hans y yo en la otra volvimos a concentrarnos en nuestras elucubraciones de posiciones, alturas, distancias y los problemas que pudiesen presentarse pero suponiendo que todo estaba previsto.
Así pasó la larga tarde y la larga noche. No estamos tantas horas durante el resto del año en posición horizontal, salvo sólo en las épocas que encaramos expediciones. Luego nos costaría desacostumbrarnos.

Hacia el unoMiércoles 11, a las 9 y diez minutos comenzamos a caminar hacia el campamento 1. El día era estupendo y el desnivel muy suave. Nos acompañaban en nuestro camino unas tenues, ligeras y altísimas nubes, pero ese día no prometía echarse a perder.
Toda la carga pesaba ahora en nuestras espaldas. Las cocinas, las bolsas, las carpas, el alimento, el abrigo, la radio, el GPS, etc.. Tras 5 horas y media de ascenso que sólo permitió superar un desnivel de aproximados 250 metros, llegamos pasadas las 2 y media de la tarde al que sería nuestro campamento 1. Habíamos recorrido más de 6 km en ese trayecto y estábamos a los 4.990 m. De inmediato y antes que nada procedimos a nivelar el suelo donde asentaríamos nuestras dos carpas y luego comenzamos a armarlas. No había tanto apuro para comer.
Más tarde almorzamos, descansamos un rato y procedimos a recoger nieve de un glaciar cercano para formar agua en nuestra termita. El vital líquido es imprescindible para el desayuno y todo el consumo del día siguiente. Los tres litros que cada uno subía ya habían sido prácticamente agotados.
Un té a la tarde, por lo general siempre a las 17 horas, y a la bolsa de dormir. Nuevas charlas, mediciones, constataciones y a dormir luego de una frugal cena. Ya suponíamos que el día siguiente sería un ascenso muy duro, considerando el peso a transportar y la necesidad de tomar rápida altura
Nuestra posición era S28°05´385 y 68°56´500.

Hacia el dos
Salimos luego del cotidiano y amado desayuno, a las nueve menos diez de la mañana. Con el agradable sol a nuestras espaldas, nuevamente con todo el peso en nuestras mochilas, que nos parecían parte de nuestro cuerpo.
Durante el ascenso y a los efectos de aliviar cargas, procedimos a abrir una lata de 1 litro de duraznos en almíbar, cuyo contenido desapareció rápidamente. Fue un alimento que nuestros cuerpos agradecieron.
Cada 50 minutos de marcha procedíamos a un pequeño descanso de 10.
Hoy la distancia era mucho menor, pero la altura a ascender bastante importante. Si bien notábamos que se iba enrareciendo el aire, también apreciábamos que la aclimatación obtenida era muy buena ya que nos adaptábamos perfectamente a pesar del peso de nuestras mochilas.
Tras más de 5 horas de marcha superamos unos 700 metros de desnivel, para llegar a la cota de los 5.720 m. Un largo y aislado glaciar colaboró con su nieve blanda a facilitar nuestro ascenso en los trescientos metros finales.
A las 14, 40 comenzamos a armar nuestras carpas, no sin tener que nivelar otra vez el piso para descansar mejor y de colocarnos lo más cerca posible de otro glaciar que escurría como un río seco desde la cota de los 6.000 metros. La idea era no caminar mucho para obtener hielo para derretir.
Nuevamente la ceremonia del almuerzo, el cercano té de las 17, meternos a la bolsa, discutir sobre temas que daban conversación y luego de la cena conciliar el sueño lo más posible, y escuchar radio AM si captábamos algo .
La puerta de nuestra carpa hacía de ventana. No nos cansábamos de admirar al Bonete, al Reclus, al Pissis, la Laguna Brava que a más de 30 kilómetros se extendía blancamente y al cerro Don Mario que tan bien apreciábamos y que habíamos ascendido durante la aclimatación en la laguna Brava. El paso de los minutos iba cambiando y oscureciendo los matices haciendo diferentes las escenas. La presencia al anochecer de nubes grandes y negras no dejaron de intranquilizarnos un poco.
Nuestra posición era 28°05´200 y 68°57´750.
Algo nos preocupaba a Hans y a mí y no lo queríamos transmitir, el día siguiente, que sería el de cumbre, era viernes 13, a ninguno de los dos nos gustaba esa coincidencia del calendario, pero eran momentos de acciones y no de malos pensamientos. El día posterior nos diría....

Hacia la cumbre
Salimos a las 8,30 hacia la cumbre. Nos separaban unos 720 metros según las mediciones de nuestras cartas. La primera horas de marcha hizo sentir un fuerte frío que traspasaba nuestros guantes, luego por el movimiento y el retiro del frío del amanecer desapareció.
Atravesamos pronto la cota de los 6.000 metros por entre medio de dos prominencias rocosas, verdaderos cerros, a las que llamamos “pechos”, y pronto tuvimos a la vista al piramidal glaciar de la cumbre.
Debíamos comenzar a achicar nuestros tiempos de ascenso y a agrandar los de descanso. La altura se hacía sentir a través de nuestra agitada respiración.
Pronto comenzaron ocultar el sol amplias nubes que en la tarde del día anterior sólo se habían atrevido a tapar el Bonete y la Laguna Brava.
Las teníamos hoy aquí, encima de nuestras tapadas cabezas. Pero no prometían tormenta, sólo hacer que el día fuera plomizo.
¿Hacia donde tomar? Pronto nos decidimos. Encaramos la subida de su izquierda. Parecía más dura, pero era más directa. Nos parecía que a pesar de su inclinación podríamos ganar tiempo. La llamaríamos ruta Mónica. Ya imaginarán Uds. por qué.
Tras 6 horas y media, y luego de sortear grandes laberintos de pequeñas y grandes piedras enquistadas en nieve, que parecían no acabar jamás, y en la parte final dar secuencias de 20 pasos luego de descansar contando veinte respiraciones, accedimos no sin grandes esfuerzos, a coronar la cumbre. A medida que llegábamos procedíamos a un abrazo emocionado. No era una montaña fácil. Pero toda la expedición había llegado cumpliendo una vez más sus propósitos.
La maldita presencia de un pico de acero con su mango de madera nos dio la pauta que encontraríamos las ruinas incas que estaban también en nuestro objetivo. Los que se nos adelantaron ya habrían hecho su trabajo. Rogaba que hubiera sido gente respetuosa y no huaqueros que buscan trofeos que luego descansan vaya saber donde.


Cumbre Veladero y pico anteriormente utilizado para socavar en el lugar


Colocamos el pico como elemento de cumbre encima de un grupo de rocas, asegurándolo. Tal vez como pararrayos tendría mejor uso. Ya había encontrado otro en el Llullaillaco y también había servido para producir pozos y fuerte destrucción.
La posición era 28°04´450 y 68°58´550. Y la altura, salvo muy leves variaciones de los dos GPS, la que indicaba la carta, 6.436 metros sobre el nivel del mar. Las nubes lograban que los colores se tornaran plomizos, pero para nosotros todo brillaba.
Pronto vimos la preciosa construcción inca. A unos 15 metros de la semiterraza de la cumbre donde pusimos el pico,. Su construcción es de sólidos y rellenados muros, ahora con poca altura sobrepasando más de 30 cms de sus cimientos, denotando que los más que 500 años que tendría sin uso y la acción de los elementos, la habían ido demoliendo poco a poco. Las medidas cercanas a los 7,50 por 10 metros indicaban su importante superficie. También mil interrogantes.

jaime suárez
Sierra del Veladero, ruinas en la cumbre


Ruinas incas en la cumbre (fotos de Adriana)

Para mi criterio, y mis teorías, luego de ascender las 10 montañas más altas de la Argentina y la experiencia adquirida, un verdadero lugar habitacional para un grupo de personas, o mejor dicho vigías. Cercano a ella y en un borde que semeja una medialuna de piedras un sitio para la realización de fuego, protegido también por otras piedras grandes cercanas.
No pudimos dejar de admirar todo el entorno. Principales cerros de América estaban a nuestra vista. El dominio visual era total, Famatina, el Mercedario, los Tres Cruces, el sistema Ojos del Salado, Pissis, Bonete, todo a nuestro alcanza visual. Varias lagunas de deshielo tachonaban valles entre las montañas, en varias direcciones.
También la estratégica pampa del Veladero, el campo de los Burritos Muertos y prácticamente un inmenso sector de cordillera limítrofe se manifestaban a nuestra total vista.
No podíamos pedir más porque no nos alcanzaban dos ojos para contemplar todo. Aparte bajo nuestros pies esta maravillosa construcción con todo su misterio.
Filmación, fotos, y un nervioso moverse por la cumbre hacían que el tiempo volase.
Pero debíamos regresar. La bajada era abrupta, nada fácil y nuevamente nos miramos con Hans, debíamos cuidarnos, era viernes 13, no fuera a ser cosa que.....
Con mucho cuidado controlábamos que el descenso del grupo fuera por la parte menos peligrosa, dentro de las posibilidades que la inclinación nos permitía.
A los 6.000 metros y luego de abandonar la pirámide, a su pié, descubrimos la pirca inca de apoyo que siempre existe para estas alturas. En algún lugar estaba la otra u otras, pero no es fácil determinar rutas, más luego de tantos años transcurridos desde su utilización.
A las casi dos horas y media estabamos llegando exhaustos al campamento dos, donde nos esperaban armadas nuestras carpas y estiradas nuestras bolsas. Comimos, tomamos el té y cenamos casi al mismo tiempo, lo que nos importaba era tirarnos a dormir.
Había una distancia de más de una decena de kilómetros hasta el campamento base donde habían quedado nuestros vehículos y el sábado 14 saldríamos hacia ellos.
Pero lo importante era dormir.

El regreso
El sábado 14 a las 8 empezamos los preparativos para retornar desde los 5.700 m hacia nuestros coches. A las 9 salimos hacia ellos y tras tres largas horas de marcha, donde cada paso que descendíamos incorporaba más oxígeno a nuestros pulmones, por fin pudimos acomodarnos en los asientos e intentar con sumo cuidado la ceremonia del arranque.
Muy pronto parecieron mansos tigres durmientes los ronquidos de los motores. Casi abrazamos a esas maravillosas camionetas.
Pedimos a Dios que también nos guiara para llegar esa noche mismo a Mendoza.
Así fue, ya que tras un amanecer a los 5.700 metros de altura, la larga caminata de 10 kilómetros para acceder a los vehículos, y transitar casi 700 kilómetros por el oeste argentino, pudimos llegando a nuestros hogares, que nuestros cuerpos disfrutaran de los conocidos colchones que nos soportan durante la mayor parte del año.


Jaime Suárez

js
Restos del avión que, con caballos, tuviera que hacer un aterrizaje de emergencia en la Laguna Brava. Al fondo el Veladero.


Aún desguazado, no deja de imponer su perfil en el entorno salado...


Comenario recibido:hola Jaime: el dia 22/1/2010 hicimos cumbre en el veladero (Gabriela Rubbiolo de sm de los andes, Kike Bolsi de c paz, Eduardo Aguille, Ernesto Suarez y yo de cordoba). seguimos la ruta que describes en tu blog, pero pudimos llegar con la camioneta mas arriba y cerca de tu C1 (habia huella de un vehiculo ). el tiempo durante la semana que estuvimos en la zona fue espectacular, sin viento, aunque un poco caluroso, no hay nieve y queda solo hielo. al cerro Reclus se le ve dos glaciares muy grandes. El pico esta en la cumbre donde lo dejaste y solo encontramos el testimonio de un frances del año 2009. no encontramos ningun rastro de leña.te felicito por tu exito en el peinado (lei en revista vertical). bueno te mando saludos y espero que nos encontremos en alguna montaña. un abrazo
JOSE NICANOR CASTELLANOS


jaime suarez

12 octubre, 2008

Gral. BELGRANO - NEVADOS DEL FAMATINA



jaime suárez
GENERAL BELGRANO - NEVADO DE FAMATINA

ascendido el 8 Noviembre 2002


Bárbara, Susana, Mirta, José y Jaime en la cumbre del General Belgrano, 6.107 metros



Cumbre General Belgrano

INFORME DE LA EXPEDICIÓN DE EXPLORACIÓN Y CUMBRE.

Integrantes:

Jaime Suárez ( U.P.A.M.E) – Mendoza.
Cnel. José H. Hernández (Ejército Argentino)
Mirta Sarmiento (C.A.M.) – Mendoza.
Susana Miatello (C.A.M.) – Mendoza.
Hans Siebenhaar (MZA) – Mendoza.
Alexander Von Götz (CAA) – Alemania.
Bárbara Ortuño (FEDME) – España.
Miquel Rafa (FEDME- UIAA) – España.

Fecha de inicio: 3 de Noviembre de 2002.
Fecha Finalización: 11 de Noviembre de 2002.
Cumbre: Pico General Belgrano.


Inicio de la Expedición:

El motivo de esta expedición era escalar en el Nevado de Famatina a su pico de mayor altura, el General Belgrano de 6.097 metros. Había quedado frustrada su ascensión en una expedición anterior, cuando una tormenta de nieve y viento, que sopló durante 18 horas seguidas, destruyó nuestras carpas, y nos obligó a bajar desde nuestro último campamento, “La Montura”, a escasos 500 metros de la cumbre. En consecuencia y como símbolo del accionar responsable del hombre sobre el ecosistema de montaña, este importante objetivo había sido considerado también para dedicarlo como nuestro al cierre del Año Internacional de Las Montañas.

Partimos desde Mendoza el domingo 3 de Noviembre apenas pasadas las 8 de la mañana. Ibamos con Hans en dos vehículos 4x4, un total de 8 expedicionarios. Enfilábamos nuevamente por la ruta 40 hasta San Juan, luego hasta Jachal y desde allí continuamos hacia Villa Unión. Antes de llegar a Villa Unión y a casi 65 kilómetros de distancia de nuestra montaña, pudimos divisar en el Este, recortado sobre el cielo azul todo el perfil del Famatina. La parte superior, formada por sus principales cumbres, desde el Overo Negro, al General Belgrano, tiene aproximadamente 10 kilómetros de largo. Esta apreciable distancia, unido a su posición separada y aislada de la Cordillera Central de Los Andes, lo hacen ser el centro de admiración de todas las poblaciones que lo rodean, como Jague (a 69 Km.), Vinchina (46 Km.), Villa Unión (53 km.). También desde Chilecito (38 Km.) se aprecia la majestuosidad de sus principales cumbres. Continuando el viaje más adelante pudimos admirar el paisaje de cornisa de la Cuesta de Miranda. Un poco más tarde llegamos a Chilecito y posteriormente mientras transitábamos la ruta asfaltada que accede a Famatina continuábamos apreciando la imponente y solitaria mole de este nevado. Llegamos a Famatina ya pasadas las 3 y media de la tarde y luego de un viaje que nos resultó agradable y rápido.
Famatina:
Nos dirigimos a la oficina de Turismo de este bello pueblo, uno de los más hermosos de La Rioja, que se encuentra a los 1.500 metros de altura sobre el nivel del mar, en la posición S28°56´724 y O67°31´062. Allí nos juntamos con viejos amigos y coordinamos con el director de Turismo los detalles de nuestra expedición y la fecha probable de retorno, incluido un probable regreso por Tres Piedras si las condiciones meteorológicas lo permitían.
Apenas salimos del pueblo a poco más de 10 kilómetros, en S28°51´682 y O67°33´728, desviamos hacia Carrizal en busca del camino que nos llevaría a nuestro objetivo. Queríamos llegar esa misma noche al que sería nuestro primer campamento, en Cueva de Pérez, complejo de habitaciones de un solo nivel, ubicado a los 3.867 metros de altura, a una distancia de 48 kilómetros por huella desde Famatina y en la posición S28°59´977 O67°43´946, y cercano, mediante una buena huella de casi 5 kilómetros, a la mina “La Mexicana”.
Pasamos antes por la Playa del Durazno (2.350 m), la Playa de Araya (2.440m), el pesebre o Portezuelo Blanco (2.670m). Luego el Puesto Los Berros (2.740m), la Rubia o Mina del Ocre (2809m), las Piletas de Ocre en Las Cuevas (2860m) cercanas a la reunión de dos cauces, y el Cajón del Río Amarillo (2885m). Más adelante la Cueva de Medina y finalmente llegamos a la Cueva de Pérez.
Nos alegró encontrarnos allí con Adrián, un guía local que actúa en este Nevado, el que estaba con Nicolás, un cliente de Buenos Aires. Se hizo muy agradable el cambio de conversaciones sobre comunes experiencias en la pasada expedición en este sitio de La Rioja argentina. Ocupamos la mejor habitación, aprovechamos su chimenea que alimentamos con algunos leños existentes y rápidamente, tras comer un pollo asado traído especialmente, desparramamos nuestros cuerpos sobre las colchonetas y bolsas de dormir. Un rato antes Alexander había extraído de su caja de comida un gran trozo de filet, visualmente suculento. Cortó unas rodajas de carne y vertiendo un poco de aceite en la sartén comenzó a preparar su comida. Para nuestro compañero alemán la carne argentina es un circunstancial y sabroso bocado, que repitió durante el ascenso en cada ocasión que pudo y hasta que se le agotó la materia prima. Nos dio una buena idea culinaria para futuras expediciones, pero solamente para campamentos base.
Nuestra idea original era continuar el día siguiente hacia La Mexicana, pero dado que algunos de los miembros de la expedición venían desde zonas adyacentes al nivel del mar como Buenos Aires, Barcelona o Alemania, a los efectos de lograr, dentro de lo posible, una mejor aclimatación, decidimos quedarnos una noche más en este acogedor lugar.
Luego de un reparador y profundo sueño procedimos al día siguiente a recorrer los entornos del lugar. Llegamos así nuevamente hasta la cueva que ocupó el minero Pérez, que da nombre al lugar, que despertó el interés de nuestros compañeros extranjeros.
Más rápido de lo que esperábamos llegó el nuevo anochecer. El día de descanso y aclimatación había pasado muy fugazmente.

Campamento Base, en Mina La Mejicana:
La mañana del martes 5 nos encontró con los preparativos para ubicar todos nuestros equipos y enseres en las camionetas. Hans y yo iríamos conduciendo los vehículos cargados, el resto de la gente haría el trayecto caminando para lograr mejor adaptación a la altura. Debían recorrer libres de peso los casi cinco kilómetros de distancia que nos separaban del próximo campamento, con un desnivel de escasos 570 metros. Partimos todos a las 9 horas. En menos de 20 minutos llegaron los vehículos, a pesar que cuando intentábamos superar los 2000 revoluciones comenzaban a toser nuestros motores. Un mal gas-oil que vaya a saber que adulteración tendría, y a pesar del anticongelante colocado, había precipitado su glicerina y entorpecía la normal combustión. No deberíamos volver a cargar combustible en la última estación de servicio en la que siempre lo hacíamos. ¡Como se siente la falta de controles en nuestro bendito país!.




Esta antigua y explotada mina de oro, que ya se conocía muy bien en la época del dominio inca en la zona, fue explotada también durante la dominación española y fue recién a partir de los primeros años del siglo pasado en que se convirtió en un centro de febril actividad minera. Actualmente se encuentra en estado de total abandono. Sólo se cuida que no sea saqueada o deteriorada por los circunstanciales visitantes, que acceden a escalar sus montañas aledañas, en periplos de moto o en travesías de 4x4.





La Mina La Mejicana sería nuestro campamento base, donde quedarían nuestros vehículos y pernoctaríamos por una noche. La Posición S29°00´794 y O67°46´440.




Armamos nuestra carpa grande de campamento base, y acomodamos nuestros pertrechos en ella. Luego de almorzar comenzamos a separar el equipo y los alimentos que nos acompañarían en el ascenso al Belgrano. Una vez finalizado esta primordial y elemental actividad nos dedicamos a recorrer el entorno y a visitar, con mucho cuidado, el túnel cercano de una antigua perforación minera en la montaña. Antes del atardecer protegimos el motor, la batería y los líquidos de las camionetas para evitar congelamiento durante el frío del anochecer y la madrugada. Estábamos a más de 4.430 metros de altura.
jaime suárez






Trazo del ascenso desde La Mexicana a La Lagunita





Nuestro programa indicaba al día siguiente, miércoles 6, a las 9 de la mañana partir hacia el campamento uno de altura, en “La Lagunita”.


Campamento Uno, La Lagunita:
El miércoles a las 9 de la mañana abandonamos el campamento base, calzados con las botas dobles, y con las mochilas y el equipo a cuestas emprendimos el ascenso por la zigzagueante senda de largos trazos, que controlan suavemente el desnivel, y que va tomando altura hasta los casi 5.000 metros. Este camino permite, aunque con cansancio, llegar al destino del día. Alguna comida en mal estado había hecho mella en mi estómago y me exigía mayores fuerzas. Apenas accedí a la primera gran cuesta me sentía exhausto. Podía divisar, mientras descansaba, el Cordón de la Llaretas y el Cerro Amarillo. Había sido ése sistema el impensado objetivo de la expedición anterior. Me costaba dar cinco pasos seguidos y llegué al destino del día con mucha dificultad, acompañado primeramente por Bárbara y luego por José. Comenzaría a dosificar mejor mis fuerzas.



A las 15 horas llegamos a La Lagunita. Los últimos doscientos metros de distancia jaqueados por un fuerte viento que nos obligaba a parar la marcha y colocar el peso de nuestro cuerpo sobre los bastones para evitar caer o retroceder perdiendo el equilibrio.




jaime suaréz







La Lagunita - zona campamento




Esta laguna de agua de deshielo de un nivel superior del Famatina, mantiene un nivel de agua , que puede crecer o disminuir a pesar que deja escapar en su extremo un pequeño flujo que desaparece entre las piedras. Este pequeño “oasis” de verdosa-azul agua potable, a los 5.120 metros de altura, se encuentra en S29°00´955 y 67°47´459. Si tiene poco nivel y no se ve que se vuelca flujo alguno de agua, conviene hervirla. Lo ideal es recoger el líquido cuando ingresa a ella. Al atardecer suele comenzar a congelarse. Armamos nuestras carpas en su entorno superior. Me tomé un limón exprimido para armonizar mi líquido estomago y más tarde procedimos a hidratarnos con té y comer.
Realizamos una pequeña reunión, tras observar con detalle el Nevado y el continuo accionar del viento, decidiendo realizar solamente la ascensión a la cumbre Gral. Belgrano y obtener material fotográfico de las demás cumbres.
Pasamos, a pesar del viento, una estupenda noche, y en las conversaciones, cuando despertábamos para tomar agua, deseábamos que llegara pronto el amanecer para encarar el desafío del día siguiente. Tal vez el viento parara lo que nos haría mucho más cómoda la subida.

Campamento Dos, la Montura:
Salimos el Jueves, respetando el horario de las 9 al que estábamos tan bien adaptados, aunque con bastante frío, más que el normal existente por encima de los 5.000 metros, pero por suerte con muy poco viento. Partí abriendo camino, por la experiencia de la anterior expedición y con algo de miedo a que se repitiera el malestar del día anterior. Por suerte había logrado regular mi cuerpo a las necesidades del ascenso sin que influyera en ello mi estómago. Una vez que calentamos el cuerpo todo el grupo comenzó a marchar con muy buen paso y haciendo zigzags para vencer la inclinación de la montaña.
Nuestro ascenso superando los casi 400 metros de desnivel y 1 kilómetro en línea recta, demoró entre 2 y media y 3 horas. A las 12 todos estábamos reconociendo los entornos de La Montura.
Este es un excelente lugar, a los 5.500 metros de altura, con un espacio, que aunque limitado, permite montar varias tiendas, y donde se puede terminar de obtener una aclimatación previa al ataque a la cumbre, que queda sólo unos 500 metros más arriba. Pero es barrido absolutamente por todos los vientos que circulan por la República Argentina. No queda, a nuestro criterio, ninguno que no deje su marca en este Nevado tan alto, que se encuentra separado de la Cordillera de los Andes y aislado de protección alguna.
Pronto, y facilitado por descenso del viento, armamos las tiendas y preparamos un buen almuerzo que antes de la una estaba listo. No podía ser mejor la aclimatación. Estábamos leyendo en nuestro GPS 5.520 m.s.n.m. La posición 29°01´162 S y 67°48´025 O.
Había que obtener agua, que ya casi no teníamos. Todos buscamos en un manchón cercano trozos de nieve que metimos en bolsas plásticas para proceder a derretirla mas tarde y cómodamente dentro de nuestras carpas. Pero antes de hacerlo dormimos una profunda y agradable siesta. La rutina de convertir nieve en agua suele ser molesta si no se hace con comodidad. Hay que tener prendida la cocinita a gas, con el cuidado que ello representa ya que es muy peligroso hacer fuego dentro de la carpa y en medio de nuestro equipo y bolsas de dormir. Por suerte mi Tranglia tiene base y protector que permite cocinar casi sin peligro. Por el calor del fuego el hielo o nieve, tras largos minutos de espera, se convierte en líquido. Hay que volcarlo luego con cuidado dentro un termo o de las cantimploras.
Hecho esto preparamos un buen te, charlamos un rato y esperamos que se hicieran las 20 horas para cenar y volver a enfundarnos en las bolsas para dormir. La radio es una excelente compañera para conciliar el sueño. El viento también nos acompañó nuevamente.
Toda la noche había soplado viento, con diferentes intensidades y breves descansos.
Las veces que desperté temí lo peor para el día siguiente. Pero igual lo intentaríamos, aunque nos diera trabajo.
El plan para el nuevo día, era salir a las 8 de la mañana hacia la cumbre principal del Famatina. Nuestras carpas quedarían armadas, aunque con piedras asegurándolas, y esperando nuestro regreso. Había que superar unos 580 metros para poder coronar la cumbre.

La salida a cumbre:
A las 6 y media, tras escuchar la alarma de nuestros relojes, comenzamos los preparativos del desayuno. Debíamos ir bien alimentados. Café con leche y pan con rebanadas de manteca entraron en mi estómago. Luego nos vestimos con el equipo de altura, dos pares de medias, el pantalón rompe-vientos, la parka y el cubrecabezas. Los bastones, guantes recubiertos con mitones, las botas plásticas dobles y en la mochila los grampones, completarían la vestimenta.

La Laguna Turquesa:
A las 8 y quince minutos comenzó nuestra marcha. Tres horas más tarde, luego de superar una larga inclinación, accedimos a una planicie que se extendía más de 150 metros sobre los 5.800 metros ,como peldaño de descanso para acometer la cumbre que nacía a su final ascendiendo unos trescientos metros más arriba.
Caminamos descansadamente sobre esta superficie con muy poco desnivel, que inclusive descendía unos metros, y no dejó de admirarnos una bella laguna que súbitamente apareció ante nosotros. Una de las más altas del mundo, a los 5.820 metros de altura. Su posición 29°00 990 y 67°49´006. El color turquesa de su agua le daría el nombre. Sobre su colorida superficie flotaban manchones de hielo que unían sus extremos laterales y se asentaban en todo su contorno. Tendría unos 160 metros de largo por aproximados 40 metros de ancho. Era un inesperado espectáculo del que no estábamos informados ni teníamos noticias. A pesar de ir empecinados en la conquista de la cumbre, Alexander tomó muestras del agua de la laguna en un estuche de rollo fotográfico.






La laguna turquesa, vista desde un poco más abajo del sector de cumbre



Buscando la cumbre:
Ante nuestros ojos, en todo el frente Oeste, el General Belgrano florecía, como una gran y colosal pirámide. Ésta comenzaba suavemente en su costado sur, ascendiendo hasta alcanzar los trescientos metros de altura, para caer su nivel norte casi abruptamente. Un gran y helado glaciar cubría casi toda su pared este. Había que cruzarlo en diagonal para acceder a la inclinada cresta rocosa que nos llevaría a la cumbre.
El grupo debió separarse, Hans y Alexander no habían traído sus grampones y debieron encarar el ascenso por la parte más abrupta, la que no tenía manchones de nieve. Si bien sería mas trabajosa la subida, también sería más directa. Nosotros colocamos los grampones y con la técnica de posicionar muy bien diez puntas transitamos sobre la espejada y helada superficie con sumo cuidado. Tardamos larga media hora. No hubo ningún espacio de nieve blanda hasta el metro final. Volvimos a colocar los grampones en las mochilas y en una trabajosa lucha contra el viento continuamos el ascenso. Dos horas más tarde estábamos en la cresta final. Hacia el Oeste habían aparecido, atrás de nuestra cumbre, dos grandes moles piramidales. La posicionada al Oeste era el “Gran Riojano”
jaime suárez








y la que aparecía hacia el noroeste de nuestra marcha, el Overo de 5.930 metros de altura. Entendí perfectamente su nombre, estaba tachonada de grandes manchas, constituidas por sectores de piedra, en todo su glaciar sureste. También sobre su sector oeste, y se adivinaba igual diseño por su parte norte. Estas manchas son similares al pelaje de los caballos overos. En unos veinte minutos ascendimos un morro final que supusimos la cumbre. No lo era, había formaciones rocosas de mayor nivel hacia el Norte. Las fuimos alcanzando hasta llegar a la última de mayor altura. Esa era la cumbre. Removimos las piedras y apareció un sobre plástico con comprobantes de anteriores ascensiones. Eran del 20 de Marzo de este año. De nuestros queridos amigos marplatenses, Antonio, Eduardo, Guillermo y de Adrían de Famatina. No dejó de emocionarme la circunstancia.
Pronto nos juntamos todos en un gran abrazo y tomamos la posición y altura: el GPS indicaba 29°00´812 Oeste y 67°49´626 Sur, y 6.107 metros. Lo mejor era, por el continuo viento, recostarse en las piedras. Procedimos con mucha dificultad, a sacar fotografías. Al Oeste, a unos 2 km el Gran Riojano.



jaime suárez



Desde la cumbre del Belgrano, el resto del Nevado de Famatina, hacia el Norte






Hacia el Norte contemplábamos en plenitud al Overo, a aproximados 3 kilómetros.


A unos 6 kilómetros más al norte de él, veíamos la última cumbre importante del Nevado, el Overo Negro, de 5.791 metros. Hacia el Este, trescientos metros por debajo, a la Laguna Turquesa, y a unos 10 km. de ella el sistema montañoso de 5.000 metros formado por el Patrono San Pedro, con su pirca inca aledaña, que habíamos ascendido y nominado en la expedición del pasado mes de Marzo. Mas allá, y antes de la Sierra de Velasco, veníamos a 30 kilómetros de nosotros el verdor de Famatina y a unos 38 km. la mancha urbana de Chilecito.
Hacia el Noroeste, a unos 150 kilómetros se apreciaban los lejanos perfiles del Veladero y el Bonete.
Pero había que volver. Para evitar transitar el glaciar nuevamente descendimos con cuidado y lentamente por la parte abrupta del pico, hasta llegar a la zona de la Laguna Turquesa, donde hicimos un pequeño descanso. Continuamos luego descendiendo hasta La Montura. Allí nos quedaríamos esa noche para recuperar fuerzas, aunque con algunas dificultades. Por el accionar del viento mi carpa tenía dos parantes rotos y deberíamos distribuirnos con José en las restantes. Pero ese era ya un problema menor, nos arreglaríamos.
Al día siguiente antes del mediodía llegamos a la Mexicana donde José extrajo del sector más oculto de mi camioneta dos brillantes y frías botellas de champán. Había que festejar la cumbre y así lo hicimos poniendo cada uno la mejor comida que tenía. Fue un almuerzo imposible de olvidar, menos aún cuando se mezclaron las burbujas del champán con nuestro abundante y galopante torrente sanguíneo. Suerte que no era mucho el líquido para ocho sedientos andinistas.
Un descanso posterior con la sorpresa de apreciar por parte de Miquel, que es biólogo, la presencia de pequeños crustáceos en el transparente envase de rollo fotográfico en que Alexander tomó muestras del agua de la laguna Turquesa. Más tarde subir el equipo y las bolsas con basura acumulada durante la expedición a las camionetas y emprender el retorno a Famatina y de ahí a Mendoza.
Habíamos cumplido una asignatura pendiente, escalar el Belgrano.





Jaime Suárez







Noviembre de 2002.-

jaime suarez

El Nevado Famatina, su ladera Este, accediendo desde Tinogasta
jaime suarez

El Nevado Famatina, ladera Oeste, desde Villa Unión.



jaime suárez



jaime suárez
Restos de ruinas en la cunbre del General Belgrano. Enviada por un amigo riojano, al que le ruego que me lo recuerde, ya que tuve que formatear el disco y perdí su correo.











04 agosto, 2006

Bonete Chico



BONETE 

BONETE CHICO 6.759 m

ascendido el 15 Noviembre 1996

por Jaime Suárez

Expedición realizada por miembros de la F.R.A.E. ( C.A.M. – JANAJMAN ) y la U.P.A.M.E.




Bonete desde el Oeste
Ubicación
El Volcán Bonete denominado injustamente, a pesar de sus 6.759 metros de altura, como Bonete Chico, es la 6° cumbre de Occidente, luego del Aconcagua, Pissis, Ojos del Salado, Mercedario y Huascarán.
Se encuentra en la provincia de La Rioja, en la posición 28°01´114 Sur y 68°45´350 Oeste y está rodeado por importantes y enigmáticas montañas. Hacia el Norte de su cumbre, prácticamente dentro del sistema, encontramos a 8 km. de distancia una segunda mole que alcanza los 6.200 metros de altura y también suele llamársela Bonete. Más al Norte, a 12 kilómetros de esta última, aparece una cumbre separada e independiente, y recibe a pesar de sus 5.943 metros de altura el nombre de Bonete Grande. Desde el Bonete Grande encontramos 10 km. al Norte y determinando el límite entre La Rioja y Catamarca al Pissis, con sus 6.882 metros de altura que lo posicionan como la segunda montaña de América. Hacia el Oeste del Bonete, a unos 23 kilómetros, está el cordón del Veladero, donde sobresale especialmente una bellísima montaña con misteriosos restos de construcción inca en su cumbre. Desde allí a más de 20 km. discurre el límite con Chile. Y hacia el Sur, a 25 kilómetros la costa Norte de la Laguna Brava.

Salimos el día Viernes 8 de Noviembre a las 18 horas, en tres vehículos 4x4 con la idea de avanzar todo lo posible y pernoctar ante el primer síntoma de cansancio. Llegamos así hasta Jáchal, en la Provincia de San Juan, donde se realizó el primer descanso.
A la mañana siguiente, bien temprano, continuamos nuestra marcha sobre la ruta 40 pasando por Villa Unión y arribando al medio día a Vinchina, donde aprovechamos para reportarnos en Gendarmería Nacional y reunirnos con Marcelo que venía desde Buenos Aires y con Alejandro Gimenez, que lo hacía desde Salta, quienes ya nos estaban esperando.
Continuó el grupo su marcha hasta Jague, donde cada andinista debió abonar la suma de $ 10,00 para poder ingresar a la Reserva del Bonete, por ser ésta un área protegida. Siguió nuestro avance por un buen camino, hasta encontrar el río Peñón al que acompañamos. Antes de llegar al refugio del mismo nombre llenamos todos los bidones con agua ya que de allí en adelante la provisión de ese vital elemento se hace dificultosa. Luego de pasar el refugio accedimos a la Pampa del Peñón, donde pronto tuvimos la contemplación de la bella Laguna Brava, por varios kilómetros y teniendo siempre como telón de fondo a la Cordillera de Los Andes donde se destacaban los imponentes perfiles de la Sierra del Veladero y el Bonete.
Hay en las cercanías de la laguna dos refugios de piedra, tipo nido de hornero, que al igual que el existente en el Peñón, y otros que continúan hacia el límite con Chile, fueron construidos durante la presidencia de Sarmiento para facilitar el desplazamiento de ganado hacia el vecino país.
Uno es de la Laguna Brava y el otro el de Mulas Muertas. Habíamos optado por el primero por encontrarse a nuestro criterio en forma más directa para acceder a nuestra montaña.

Refugio de la Laguna Brava
Sobre los 4.300 metros de altura, y al lado del viejo refugio de piedra, armamos nuestro campamento dentro de un amplio y rectangular pircado que sirviera para resguardar el ganado caballar en el pasado.




Refugio Laguna Brava o Retamo

Al lado mismo del refugio pudimos contemplar nuevamente al “destapado”. Se llama así a una osamenta humana que deja ver parte de la misma, inclusive sus botas, a pesar de las piedras que la tapan. Se cuenta que aunque se lo cubre totalmente con piedras, durante la noche se “destapa”, apareciendo de nuevo a la mañana con zonas sin cubrir. Cristianamente es inevitable no colocar piedras encima, pero créase o no es necesario volver a hacerlo a la mañana siguiente.



El Bonete, desde la Laguna Brava

Tras la rápida marcha en distancia y altura se imponía movernos con lentitud para adaptar nuestro organismo a la falta de oxígeno. Nos encontrábamos a unos 25 kilómetros de distancia de nuestro objetivo, pero ahora lo importante era lograr la mejor aclimatación posible.
El Domingo a primera hora, parte del grupo en un viaje de exploración y avance. Trasladamos en dos vehículos equipo, carpas y comestibles hasta el lugar donde se instalaría nuestro campamento base, al pié del Bonete. Esto fue posible uniendo huellas antiguas y borrosas que nos llevaron hasta el borde de la montaña. Dejamos todo al lado de una gran piedra, cubierto por piedras menores, que formaron un montículo observable desde muy lejos.
Con mejor conocimiento del camino, regresamos antes las 12 horas y dedicamos el resto del día a aclimatación. Visitamos las ruinas incas que se encuentran en el borde Oeste de la Laguna. Numerosas pircas derruidas no dejaron de hacer trabajar a nuestra imaginación para lograr suponer escenas y vivencias de su época de apogeo, unos quinientos años atrás. Siempre estábamos bajo la imponente vista de la cumbre principal del Veladero, que desde 30 km de distancia, impone majestuosamente sobre esta área su perfil níveo. Pegado al pueblo, un pequeño cordón de montañas la protege, su cerro más alto llamado Don Mario tiene es su parte superior un pequeño y antiguo pircado con vista directísima a la construcción que se halla en la cumbre del Veladero. Seguramente un estratégico puesto de control. Entre caminatas, comidas, observaciones, fotografías a los rosados flamencos y a unos - sólo transpirantes - geisers del borde de la de la laguna, se nos pasó rápidamente el día.

En pos del Campamento Base
El lunes, a las 8 horas se partió hacia donde se armaría el Campamento Base de la expedición al Bonete. Un grupo de la expedición lo hizo caminando – acorde al programa original y para lograr una mejor aclimatación a la altura -, pasando por la Pampa del Veladero primeramente y luego por el Campo de los Burritos Muertos. Demoramos 6 horas para transitar los 25 kilómetros de distancia hasta llegar al lugar del campamento. El otro grupo se movilizó en un vehículo. Demoraron sólo 45 minutos. A nuestro arribo ya habían armado todas las carpas y protegido con cobertura, contra el frío, a la camioneta. Uno de los expedicionarios, ante problemas de aclimatación tuvo que ser regresado en la camioneta al refugio de Laguna Brava, eran sólo 300 metros de diferencia de altura, pero al llegar ya se encontraba mejor. Se quedaría allí esperándonos. Regresamos al Campamento Base y pronto los cansados y no cansados procedimos, previa frugal cena, a meternos a nuestras bolsas y dormir. El día había sido sumamente movido.
jaime suarez



Campamento Base, muy cercano a la huella que conduce a la Caldera del Inca Pillo.

Estábamos a 4.600 metros de altura y a 13,4 kilómetros de la cumbre. El Martes sería dedicado a descansar en el lugar. Un descanso relativo ya que algunos aprovecharon para subir una cumbre aledaña.

Hacia el Campamento UnoEl miércoles, sobre las 10 horas, partimos con las mochilas totalmente cargadas, incluidos dos litros de agua por persona. La idea era establecer el Campamento Uno unos 600 a 700 metros más arriba. Transitamos inicialmente un arenoso y seco cauce de glaciar con restos de penitentes de hielo surgiendo en algunas zonas protegidas del sol y luego comenzaron a aparecer desniveles más pronunciados. Por primera vez nos acompañaba un indispensable artilugio, el GPS. Al llegar a los 5.280 metros vimos un lugar protegido por una pared de rocas y con cercanos restos de glaciares que nos proveerían hielo para derretir agua. Nos pareció buen sitio no tan sólo por la altura, sino porque eran ya las 14 horas y habíamos hecho una buena distancia, 7, 2 km., desde el Campamento Base. Era un buen sitio. Restaban según el GPS 6, 4 kilómetros a la cumbre y un desnivel de 1.500 metros. Armamos las carpas, almorzamos, obtuvimos agua con nuestros calentadores y tras algunas charlas nos concentramos en el reparador descanso del sueño.

Hacia el Campamento Dos
El jueves, a las 9 continuamos la ascensión, luego de desarmar las carpas y acomodarlas dentro de nuestras mochilas junto con la bolsa de dormir y el resto del equipo.
Nuevamente el objetivo de superar los 600 o más metros de altura. Con más dificultades porque se iba empinando nuestra subida. Nuevamente a las 14 horas estábamos, sobre los 5.894 metros, en un pequeño collado que anticipaba una empinada cresta superior. Era un buen lugar. Podíamos apreciar a lo lejos el perímetro de la Laguna Brava. Desde allí distaban 3,4 kilómetros en línea recta al Campamento Uno, y 2,9 kilómetros hasta la cumbre, estos últimos con un desnivel de 865 metros. Nos tomó trabajo preparar entre las piedras el pequeño espacio que ocuparían nuestras carpas. Un frío viento hacía más difícil el esfuerzo. Pero la idea de disfrutar el interior de la carpa hacía que apurásemos el trabajo. Al cabo de un buen rato que pareció interminable terminamos. Con las piquetas también separamos pedazos de hielo que colocamos dentro de una bolsa plástica, cerca de la puerta de la carpa, para un fácil acceso al querer derretirlos más tarde. Luego de las habituales tareas y una liviana cena, tratamos de dormir lo más pronto posible. El día siguiente sería el de ataque a la cumbre y había que tener toda la energía posible. La temperatura dentro de la carpa llegó a casi los 10 grados bajo cero.

Hacia la CumbreA las 6 de la mañana estábamos cerrando nuestras carpas, luego de colocar unas piedras en su interior para evitar que el viento las volase o desarmara. Con todo el tremendo frío del amanecer fuimos subiendo poco a poco. Luego de inacabables y continuados ascensos entre las rocas, y de jadeosos descansos, al llegar a los 6.500 metros de altura apareció sobre todo un sistema de cumbres de brazos de cordones que se unían, un montículo filoso central que con una precumbre anterior, coronaba este volcán.
jaime suarez


Ya avistábamos la cumbre del Bonete Chico

A las 13 horas lo estábamos superando y alcanzando la cresta final. Poco a poco fueron llegando los integrantes de la expedición y volcando sus nombres en el pequeño libro de cumbre que se encontrado entre el penacho de piedras más alto del filo. Se dejaron comprobantes y se retiraron los existentes, El principal era de Philip Reuter (Francia) junto a Luis Reales (Argentina) de fecha 12-4-92. Este mismo andinista francés había coronado el Pissis antes que nuestra primera expedición del año 94 y también habíamos bajado con David su comprobante de esa montaña. Había también una gran bandera de fondo amarillo del Club Andino Fiambalá C.A.F. En el libro de cumbre figuraba como última expedición la de unos canadienses con fecha 21 de Marzo de 1995. El clásico accionar para sacar fotos, la filmación de la escena y la alegría y emoción que nos embargaba a todos por haber llegado hasta allí, transcurrió sin que casi nos diéramos cuenta.
jaime suarez
Alejandro, Hans y Jaime en la cumbre del Bonete Chico

El GPS marcaba 6.872 metros de altura. Sabíamos de que hay variaciones pero era mucho más exacto que los altímetros de presión.
jaime suárez

El nuevo aparato, artilugio que nos acompañaría, a partir de ahora, en todas las demás expediciones



Ha partir de esta expedición nos acompañaría siempre.
El viento había dejado de soplar y pudimos disfrutar durante una hora la permanencia en la cumbre. El Pissis se imponía como una barrera infranqueable hacia el Norte.



Jaime y Hans, y al fondo a la derecha la pared sur del Pissis


Al Oeste las crestas de la Sierra del Veladero y su cumbre central sobresaliendo impresionantemente bella. También la laguna del Inca Pillo destacaba su perfil sobre los 5.000 metros en ésa dirección. Al Sur toda la vista de la Laguna Brava. Pero había que regresar, nuevamente comenzaban ráfagas de frío viento de altura. Volvimos al Campamento Dos donde con gran cansancio nos acomodamos en nuestras armadas carpas. A hidratarnos, comer y dormir hasta la mañana siguiente en que seguiríamos bajando desde los 5.900 metros.
El Sábado bien temprano desarmamos las carpas, metimos todo en las mochilas e iniciamos la bajada. Y tras 10 kilómetros arribamos pasadas las 13 horas al campamento Base. Luego en vehículo el retorno al Refugio de la Laguna Brava y luego de acomodar las cargas la inmediata partida hacia Mendoza, previo pernoctar en el camino, pudimos llegar el Domingo a nuestra provincia.
Decidimos nombrar a la ruta realizada como Gepeese, en base a la inapreciable utilización que se le dio a este aparato que en todo momento permitió determinar nuestra ubicación y con exactitud la distancia que recorríamos en nuestro ascenso y en los vehículos.


Jaime Suárez



Bonete desde el borde de la Caldera del Inca Pillo 5.200 m


Bonete, vista desde el Este hacia el Oeste, en el Portezuelo de las Lágrimas, camino al Pissis desde Las Coipas
jaime suarez
Caldera del Inca Pillo, cubierto su cráter por nubes



Caldera del Inca Pillo, cubierta por nubes
jaime suárez