El Veladero, desde la Laguna Brava
VELADERO
ascendido el 13 Noviembre 1998
Objetivo, VELADERO...Esta bella cumbre, que sobresale majestuosamente con sus 6.438 m entre las que componen la Sierra del Veladero, fue y es un verdadero punto natural estratégico en esta región del país.
Se encuentra a unos 27 km. del límite fronterizo con Chile, y el largo aproximado de la sierra supera los 30 kilómetros. La posición de su cumbre principal es S 28° 05´450 y O 068° 58´550.
Su perfil se impone aún antes de llegar a la Laguna Brava, y su cumbre sigue siendo perfectamente contemplable no sólo mirándola desde el límite fronterizo con Chile en el oeste sino que desde diferentes puntos. La pampa del Veladero se extiende como una alfombra en su sector sureste y el campo de los Burritos Muertos en su este limitando con la base del Bonete. Su fin en el norte prácticamente concluye cerca del oeste del Pissis.
Un perfecto y natural atalaya que a pesar de no superar los 6.500 metros predomina más que varias cumbres mayores en altura que desde decenas de kilómetros lo rodean.
me suSe encuentra a unos 27 km. del límite fronterizo con Chile, y el largo aproximado de la sierra supera los 30 kilómetros. La posición de su cumbre principal es S 28° 05´450 y O 068° 58´550.
Su perfil se impone aún antes de llegar a la Laguna Brava, y su cumbre sigue siendo perfectamente contemplable no sólo mirándola desde el límite fronterizo con Chile en el oeste sino que desde diferentes puntos. La pampa del Veladero se extiende como una alfombra en su sector sureste y el campo de los Burritos Muertos en su este limitando con la base del Bonete. Su fin en el norte prácticamente concluye cerca del oeste del Pissis.
Un perfecto y natural atalaya que a pesar de no superar los 6.500 metros predomina más que varias cumbres mayores en altura que desde decenas de kilómetros lo rodean.
En su entorno se encuentran montañas como Bonete (6.759m) y Pissis (6.882m) ya escaladas anteriormente por nuestras expediciones, y que serán futuros centros neurálgicos del andinismo internacional por la importancia de sus alturas, ya que el Pissis que es la segunda montaña de Occidente –desplazó al Ojos del Salado-, y el Bonete es la sexta en orden de alturas.
Domina y tutela esta orgullosa cumbre nevada el antiguo camino que primero transitó el ejército imperial inca (quinientos años atrás) y luego las manadas de ganado que cruzaron desde Argentina, pasando por Yague, hasta Copiapó en Chile (esto más cercano en el tiempo, sólo cien años atrás)
Esta montaña la habíamos constituido en objetivo para la primavera de este año, por parte de la Unión Panamericana de Asociaciones de Montañismo y el Club Andinista Mendoza y hacía varios meses que teníamos programada la expedición, al igual que en las anteriores montañas.
Partimos de Mendoza el Sábado 7 de Noviembre a las 11,30 horas, Mirta Sarmiento, Adriana Dominguez, Hans Siebenhaar y el que suscribe, Jaime Suárez, y tras un largo pero agradable recorrido por la 40 atravesamos el norte de Mendoza y todo San Juan hasta llegar a La Rioja, pasando por Villa Unión, Vinchina, Alto Jague, hasta finalmente llegar al Refugio El Peñón, dentro de la Reserva de Laguna Brava.
Refugio El Peñón
Armamos nuestras carpas en su entorno y procedimos a descansar.
El refugio, construcción de piedra con diseño de nido de hornero, ya estaba colmado por visitantes que regresaban de la Laguna Brava en tres vehículos y por máquinas de Vialidad que mancharon con aceite y gas-oil todo el piso de tierra, afeando el ambiente.
La agresión indiscriminada está produciendo en la montaña multiplicidad de residuos de todo tipo, que incluso contribuyen seguramente a enfermar a roedores y pájaros que han formado un pequeño dominio dentro de ese ecosistema. Un ratón de lentos movimientos, que intentaba meterse bajo nuestras carpas y carente de todo tipo de reflejos nos dio la pauta de que no nos equivocábamos. Se haría necesario aislarse totalmente de lugares en que se observasen desechos de roedores.
Dos cruces toscas señalan, debajo de la gran roca, dos tumbas. Ellas comparten con los viajeros circunstanciales, que no se dan cuenta de su presencia, la soledad y el silencio que imperan, sin dar idea ni reflejar el drama que les impuso la muerte.
A la vuelta plantearíamos –y así lo hicimos- a los guardaparques de la reserva la necesidad de un mayor control sobre la recolección de basuras y el mal manejo de combustibles observado. Es prometedor el futuro de esta zona y sería bueno mantener los cuidados que sean necesarios.
No está demás recordar que unos 50 metros antes de este refugio y gracias a dos tubos plásticos se puede recoger con facilidad agua potable que surge al mismo borde del camino. Salvo que se siga para la frontera, es difícil volver a conseguir este precioso líquido. Llenar recipientes sin miedo.
Luego de una agradable noche, la mañana del día 8 nos sorprendió ascendiendo unos cerros aledaños para contribuir a una mejor aclimatación y más tarde, pero antes del mediodía,
emprendimos la marcha hacia el próximo Refugio Laguna Brava, ya al borde de esa laguna, y que sería nuestra base de aclimatación.
Refugio Laguna BravaMuy pronto, dentro de la hora, llegamos a la Laguna Brava desde el Peñón. El odómetro de mi vehículo marcaba 660 Km. desde Mendoza hasta ella.
El día era espectacular. Un profundo cielo azul resaltaba el amarillo oro de la rala vegetación desparramada en torno al refugio y al lado noroeste de la laguna.
El resto del domingo 9 fue para armar nuestras carpas dentro de la pirca corral que 100 años atrás se construyó con el refugio, destinada al ganado caballar. También fue para dedicarnos a un tardío almuerzo y para observar, sólo por un momento, el esqueleto del “destapado” que seguía al lado de la puerta del refugio con su “imposible de tapar osamenta”. Una vez más tratamos de rellenar los agujeros con piedras, aunque seguros que se volvería a destapar parcialmente.
Este cadáver forma ya parte indisoluble de la historia de este refugio. Una breve oración brotó desde nuestro interior hacia su alma.
No pudimos dejar de admirar esa noche la vista de la vía láctea. Ninguna bruma, ni smog nos impedía contemplarla tan bien desde los más de 4.000 metros de altura.
Los autos quedaron con sus trompas frente al borde este del refugio. Era una forma de protegerlos del gélido viento que corría desde las faldas de la montaña.
Hacia el campamento Base
El lunes 9 a temprana y solar hora partimos en los dos vehículos hacia el encuentro del que sería nuestro campamento base. Aunque habíamos estudiado las cartas, quisimos revisar palmo a palmo cada entrada que pudiese permitir acercarnos a nuestro objetivo.
Siempre que se encara una cumbre sobre la que no se tienen antecedentes se producen situaciones lógicas de preocupación en lo relativo a evitar equívocos de ruta que puedan hacen demorar o fracasar la expedición.
Por suerte se trataba de una montaña con plena visibilidad de su cumbre, libre de obstáculos visuales, por lo que de una manera u otra sería inevitable no hallar un buen camino de ascenso, era sólo cuestión de tiempo.
El veladero, sobresale majestuosamente su cumbre dentro de la Sierra del Veladero.
Tras conversaciones, nerviosas miradas a las cartas y análisis varios llegamos por la Pampa del Veladero, después de abandonar el camino a la base del Bonete e introduciéndonos en una suave lengua resultado de un antiguo y ya inexistente gran cauce glacial, al que sería de ahí en más nuestro campamento base. Su posición era S28°07´924 y O 068°53´934 y su altura los 4.750 m. Tenía un pequeño y limpio glaciar de nieve recostado sobre el borde de una lomada.
Marcamos nuestros GPS y satisfechos con la ubicación y la altura y regresamos los 22 kilómetros (línea recta) que nos separaban de la Laguna Brava, ahora en una forma más tranquila y escuchando música mientras contemplábamos el Bonete, por haber determinado el acceso correcto a la base de la montaña.
Un almuerzo lo más fuerte posible (fue menos de lo necesario), luego tras un breve descanso nos dedicamos a recorrer la Laguna. Nuevamente contemplamos los famosos y escondidos geisers, fotografiamos los flamencos rosados y tras descubrir un nuevo conjunto de pircas, no relevadas hasta ahora, procedimos a ascender los dos cerros que actúan de “puerta” de la Laguna. Uno es el llamado “Don Mario”, donde en su cumbre y a 4.300 m contemplamos y fotografiamos la pirca circular de unos 3 metros y medio de diámetro útil y la medialuna de piedras anexa que permitía a los incas protegerse del viento y vigilar todo el entorno. Todo ello con una preciosa y directa vista a la cumbre del Veladero (donde luego relevaríamos otra construcción). También pudimos observar otros derruídos y pegados muros de piedra que formaban parte de las construcciones. Desde el cerro Don Mario se baja directamente a los tambos y pircas que se encuentran al borde de la laguna y que en su momento constituyeron toda una ciudadela. En el otro cerro no encontramos vestigio inca alguno.
Regresamos contentos a nuestras carpas y un poco más aclimatados para los 4.000 metros.
No podría de dejar de imaginar, situación que trasladé a mis sueños de esa noche, como se movían los incas en todo ese entorno de la laguna brava. Me parecía ver sus grupos moviéndose de un lado a otro y a vigías oteando horizontes desde sus altas pircas. Cuantas cosas habrán sucedido en esa solitaria parte de nuestro país.
Hacia el campamento base con todoEl martes 10 salimos con nuestros automotores al que sería el Campamento base. No nos apuramos en despertarnos. Tranquilamente la partida se produjo a las 11 horas. A las 12 estábamos en los 4.750 metros armando nuestras 2 carpas y acomodando nuestros vehículos que deberían resistir varias noches con temperaturas bajo cero. No está demás recomendar que hay que tener suficiente anticongelante en el radiador y por lo menos echarle un litro de kerosene al gas-oil para evitar que se hagan solidificaciones en sus componentes. Aparte se debe considerar el desgaste de la batería, no olvidemos que más de 4.700 metros no es una altura normal y el frío siempre es considerable, aunque estemos en plena primavera. Aprovechamos la inclinación del terreno apuntando las camionetas hacia el valle, por lo que pudiera pasar. Unos montículos de piedras que improvisamos intentarían desviar en lo posible el viento de sus radiadores.
Entrábamos a las noches “largas”. Meternos dentro de las bolsas luego del té de las 17 horas, esperar la cena de las 20 horas y a dormir para matar el tiempo.
Adriana y Mirta compartieron nuevamente su carpa mientras que Hans y yo en la otra volvimos a concentrarnos en nuestras elucubraciones de posiciones, alturas, distancias y los problemas que pudiesen presentarse pero suponiendo que todo estaba previsto.
Así pasó la larga tarde y la larga noche. No estamos tantas horas durante el resto del año en posición horizontal, salvo sólo en las épocas que encaramos expediciones. Luego nos costaría desacostumbrarnos.
Hacia el unoMiércoles 11, a las 9 y diez minutos comenzamos a caminar hacia el campamento 1. El día era estupendo y el desnivel muy suave. Nos acompañaban en nuestro camino unas tenues, ligeras y altísimas nubes, pero ese día no prometía echarse a perder.
Toda la carga pesaba ahora en nuestras espaldas. Las cocinas, las bolsas, las carpas, el alimento, el abrigo, la radio, el GPS, etc.. Tras 5 horas y media de ascenso que sólo permitió superar un desnivel de aproximados 250 metros, llegamos pasadas las 2 y media de la tarde al que sería nuestro campamento 1. Habíamos recorrido más de 6 km en ese trayecto y estábamos a los 4.990 m. De inmediato y antes que nada procedimos a nivelar el suelo donde asentaríamos nuestras dos carpas y luego comenzamos a armarlas. No había tanto apuro para comer.
Más tarde almorzamos, descansamos un rato y procedimos a recoger nieve de un glaciar cercano para formar agua en nuestra termita. El vital líquido es imprescindible para el desayuno y todo el consumo del día siguiente. Los tres litros que cada uno subía ya habían sido prácticamente agotados.
Un té a la tarde, por lo general siempre a las 17 horas, y a la bolsa de dormir. Nuevas charlas, mediciones, constataciones y a dormir luego de una frugal cena. Ya suponíamos que el día siguiente sería un ascenso muy duro, considerando el peso a transportar y la necesidad de tomar rápida altura
Nuestra posición era S28°05´385 y 68°56´500.
Hacia el dos
Salimos luego del cotidiano y amado desayuno, a las nueve menos diez de la mañana. Con el agradable sol a nuestras espaldas, nuevamente con todo el peso en nuestras mochilas, que nos parecían parte de nuestro cuerpo.
Durante el ascenso y a los efectos de aliviar cargas, procedimos a abrir una lata de 1 litro de duraznos en almíbar, cuyo contenido desapareció rápidamente. Fue un alimento que nuestros cuerpos agradecieron.
Cada 50 minutos de marcha procedíamos a un pequeño descanso de 10.
Hoy la distancia era mucho menor, pero la altura a ascender bastante importante. Si bien notábamos que se iba enrareciendo el aire, también apreciábamos que la aclimatación obtenida era muy buena ya que nos adaptábamos perfectamente a pesar del peso de nuestras mochilas.
Tras más de 5 horas de marcha superamos unos 700 metros de desnivel, para llegar a la cota de los 5.720 m. Un largo y aislado glaciar colaboró con su nieve blanda a facilitar nuestro ascenso en los trescientos metros finales.
A las 14, 40 comenzamos a armar nuestras carpas, no sin tener que nivelar otra vez el piso para descansar mejor y de colocarnos lo más cerca posible de otro glaciar que escurría como un río seco desde la cota de los 6.000 metros. La idea era no caminar mucho para obtener hielo para derretir.
Nuevamente la ceremonia del almuerzo, el cercano té de las 17, meternos a la bolsa, discutir sobre temas que daban conversación y luego de la cena conciliar el sueño lo más posible, y escuchar radio AM si captábamos algo .
La puerta de nuestra carpa hacía de ventana. No nos cansábamos de admirar al Bonete, al Reclus, al Pissis, la Laguna Brava que a más de 30 kilómetros se extendía blancamente y al cerro Don Mario que tan bien apreciábamos y que habíamos ascendido durante la aclimatación en la laguna Brava. El paso de los minutos iba cambiando y oscureciendo los matices haciendo diferentes las escenas. La presencia al anochecer de nubes grandes y negras no dejaron de intranquilizarnos un poco.
Nuestra posición era 28°05´200 y 68°57´750.
Algo nos preocupaba a Hans y a mí y no lo queríamos transmitir, el día siguiente, que sería el de cumbre, era viernes 13, a ninguno de los dos nos gustaba esa coincidencia del calendario, pero eran momentos de acciones y no de malos pensamientos. El día posterior nos diría....
Hacia la cumbre
Salimos a las 8,30 hacia la cumbre. Nos separaban unos 720 metros según las mediciones de nuestras cartas. La primera horas de marcha hizo sentir un fuerte frío que traspasaba nuestros guantes, luego por el movimiento y el retiro del frío del amanecer desapareció.
Atravesamos pronto la cota de los 6.000 metros por entre medio de dos prominencias rocosas, verdaderos cerros, a las que llamamos “pechos”, y pronto tuvimos a la vista al piramidal glaciar de la cumbre.
Debíamos comenzar a achicar nuestros tiempos de ascenso y a agrandar los de descanso. La altura se hacía sentir a través de nuestra agitada respiración.
Pronto comenzaron ocultar el sol amplias nubes que en la tarde del día anterior sólo se habían atrevido a tapar el Bonete y la Laguna Brava.
Las teníamos hoy aquí, encima de nuestras tapadas cabezas. Pero no prometían tormenta, sólo hacer que el día fuera plomizo.
¿Hacia donde tomar? Pronto nos decidimos. Encaramos la subida de su izquierda. Parecía más dura, pero era más directa. Nos parecía que a pesar de su inclinación podríamos ganar tiempo. La llamaríamos ruta Mónica. Ya imaginarán Uds. por qué.
Tras 6 horas y media, y luego de sortear grandes laberintos de pequeñas y grandes piedras enquistadas en nieve, que parecían no acabar jamás, y en la parte final dar secuencias de 20 pasos luego de descansar contando veinte respiraciones, accedimos no sin grandes esfuerzos, a coronar la cumbre. A medida que llegábamos procedíamos a un abrazo emocionado. No era una montaña fácil. Pero toda la expedición había llegado cumpliendo una vez más sus propósitos.
La maldita presencia de un pico de acero con su mango de madera nos dio la pauta que encontraríamos las ruinas incas que estaban también en nuestro objetivo. Los que se nos adelantaron ya habrían hecho su trabajo. Rogaba que hubiera sido gente respetuosa y no huaqueros que buscan trofeos que luego descansan vaya saber donde.
Cumbre Veladero y pico anteriormente utilizado para socavar en el lugar
Colocamos el pico como elemento de cumbre encima de un grupo de rocas, asegurándolo. Tal vez como pararrayos tendría mejor uso. Ya había encontrado otro en el Llullaillaco y también había servido para producir pozos y fuerte destrucción.
La posición era 28°04´450 y 68°58´550. Y la altura, salvo muy leves variaciones de los dos GPS, la que indicaba la carta, 6.436 metros sobre el nivel del mar. Las nubes lograban que los colores se tornaran plomizos, pero para nosotros todo brillaba.
Pronto vimos la preciosa construcción inca. A unos 15 metros de la semiterraza de la cumbre donde pusimos el pico,. Su construcción es de sólidos y rellenados muros, ahora con poca altura sobrepasando más de 30 cms de sus cimientos, denotando que los más que 500 años que tendría sin uso y la acción de los elementos, la habían ido demoliendo poco a poco. Las medidas cercanas a los 7,50 por 10 metros indicaban su importante superficie. También mil interrogantes.
jaime suárez
Sierra del Veladero, ruinas en la cumbre
Ruinas incas en la cumbre (fotos de Adriana)
Para mi criterio, y mis teorías, luego de ascender las 10 montañas más altas de la Argentina y la experiencia adquirida, un verdadero lugar habitacional para un grupo de personas, o mejor dicho vigías. Cercano a ella y en un borde que semeja una medialuna de piedras un sitio para la realización de fuego, protegido también por otras piedras grandes cercanas.
No pudimos dejar de admirar todo el entorno. Principales cerros de América estaban a nuestra vista. El dominio visual era total, Famatina, el Mercedario, los Tres Cruces, el sistema Ojos del Salado, Pissis, Bonete, todo a nuestro alcanza visual. Varias lagunas de deshielo tachonaban valles entre las montañas, en varias direcciones.
También la estratégica pampa del Veladero, el campo de los Burritos Muertos y prácticamente un inmenso sector de cordillera limítrofe se manifestaban a nuestra total vista.
No podíamos pedir más porque no nos alcanzaban dos ojos para contemplar todo. Aparte bajo nuestros pies esta maravillosa construcción con todo su misterio.
Filmación, fotos, y un nervioso moverse por la cumbre hacían que el tiempo volase.
Pero debíamos regresar. La bajada era abrupta, nada fácil y nuevamente nos miramos con Hans, debíamos cuidarnos, era viernes 13, no fuera a ser cosa que.....
Con mucho cuidado controlábamos que el descenso del grupo fuera por la parte menos peligrosa, dentro de las posibilidades que la inclinación nos permitía.
A los 6.000 metros y luego de abandonar la pirámide, a su pié, descubrimos la pirca inca de apoyo que siempre existe para estas alturas. En algún lugar estaba la otra u otras, pero no es fácil determinar rutas, más luego de tantos años transcurridos desde su utilización.
A las casi dos horas y media estabamos llegando exhaustos al campamento dos, donde nos esperaban armadas nuestras carpas y estiradas nuestras bolsas. Comimos, tomamos el té y cenamos casi al mismo tiempo, lo que nos importaba era tirarnos a dormir.
Había una distancia de más de una decena de kilómetros hasta el campamento base donde habían quedado nuestros vehículos y el sábado 14 saldríamos hacia ellos.
Pero lo importante era dormir.
El regreso
El sábado 14 a las 8 empezamos los preparativos para retornar desde los 5.700 m hacia nuestros coches. A las 9 salimos hacia ellos y tras tres largas horas de marcha, donde cada paso que descendíamos incorporaba más oxígeno a nuestros pulmones, por fin pudimos acomodarnos en los asientos e intentar con sumo cuidado la ceremonia del arranque.
Muy pronto parecieron mansos tigres durmientes los ronquidos de los motores. Casi abrazamos a esas maravillosas camionetas.
Pedimos a Dios que también nos guiara para llegar esa noche mismo a Mendoza.
Así fue, ya que tras un amanecer a los 5.700 metros de altura, la larga caminata de 10 kilómetros para acceder a los vehículos, y transitar casi 700 kilómetros por el oeste argentino, pudimos llegando a nuestros hogares, que nuestros cuerpos disfrutaran de los conocidos colchones que nos soportan durante la mayor parte del año.
Jaime Suárez
js
Restos del avión que, con caballos, tuviera que hacer un aterrizaje de emergencia en la Laguna Brava. Al fondo el Veladero.
Aún desguazado, no deja de imponer su perfil en el entorno salado...
Comenario recibido:hola Jaime: el dia 22/1/2010 hicimos cumbre en el veladero (Gabriela Rubbiolo de sm de los andes, Kike Bolsi de c paz, Eduardo Aguille, Ernesto Suarez y yo de cordoba). seguimos la ruta que describes en tu blog, pero pudimos llegar con la camioneta mas arriba y cerca de tu C1 (habia huella de un vehiculo ). el tiempo durante la semana que estuvimos en la zona fue espectacular, sin viento, aunque un poco caluroso, no hay nieve y queda solo hielo. al cerro Reclus se le ve dos glaciares muy grandes. El pico esta en la cumbre donde lo dejaste y solo encontramos el testimonio de un frances del año 2009. no encontramos ningun rastro de leña.te felicito por tu exito en el peinado (lei en revista vertical). bueno te mando saludos y espero que nos encontremos en alguna montaña. un abrazo
JOSE NICANOR CASTELLANOS
jaime suarez
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