ascensos realizados en Junio de 1995
PACAYA 2.552 m
El volcán Pacaya de 2.552 metros de altura se encuentra en el departamento de Guatemala, muy cercano a la ciudad capital. Es un complejo volcánico en el que sobresalen dos conos, uno de ellos activo.
Éste se ha mantenido en constante actividad durante los últimos 25 años, habiéndose producido durante nuestra estadía y ascensión un aumento de la misma que motivó fuera declarado en situación de alerta.
El 3 de Junio de 1995 salimos desde la capital de Guatemala, hacia la cumbre del Pacaya, un grupo formado por miembros de la Federación Nacional de Andinismo de Guatemala, la Federación Española de Deportes de Montaña y Escalada, la Federación de Andinismo de Chile, el entonces Mayor José H. Hernández del Ejército Argentino y el que suscribe. Nos trasladamos en un ómnibus de la Federación de Andinismo de Guatemala hacia el sur y luego de más de 35 kilómetros y de atravesar caminos de terracería llegamos a la aldea de San Francisco de Sales, situada al lado noroeste del volcán, donde quedó el vehículo. El volcán debe su nombre a la población cercana de San Vicente Pacaya. La pacaya es un palmito comestible (su nombre proviene del quiché) que abundó en la región.
Desde la localidad donde arribamos –en la que se notaba cierto nerviosismo- observamos las arrítmicas erupciones del volcán, que desde su cono activo emitía constantes bocanadas de fuego y piedras incandescentes, que por instantes cubrían a un amplio sector de su falda, de luminarias rojizas que luego pasaban al negro humeante.
Partimos desde el pueblo y luego de atravesar durante una hora una tupida zona selvática, llegamos al lugar denominado “la meseta”; en una parte un poco más plana. Arriba de la misma se observa un sitio llamado “monumento” en que se suele observar mejor las erupciones. Mirando hacia la parte inferior de este lugar, hacia sus costados, se podía apreciar un largo perfil, desnudo de vegetación en algunos casos, y en otros, flora destruida por la acción del calor de la lava volcánica en su paso. Desde “el monumento” continuamos cumbreando filos hasta acceder al pie del cono “no activo” por llamarlo de alguna manera. Allí ya pisamos restos de escoria, mezclada entre la arena y las rocas, que junto a restos de lava apagada dificultaban nuestra ascensión, por lo que recién al cabo de media hora pudimos llegar a la cumbre.
Estábamos en la cota de los 2.552 metros, en la cumbre del cono inactivo, gemelo en estas circunstancias del activo cráter que se encuentra a su lado. El eruptivo en algún momento de sus erupciones termina “explotando” bajando dramáticamente su altura, la que luego va recuperando paulatinamente al irse depositando material erupcionado, que centímetro a centímetro lo hace volver a subir.
La actividad fumarólica es fuerte, constante y explosiva, con lanzamientos de escoria incandescente hasta grandes alturas que caen sobre el mismo cráter o en los alrededores.
PACAYA 2.552 m
El volcán Pacaya de 2.552 metros de altura se encuentra en el departamento de Guatemala, muy cercano a la ciudad capital. Es un complejo volcánico en el que sobresalen dos conos, uno de ellos activo.
Éste se ha mantenido en constante actividad durante los últimos 25 años, habiéndose producido durante nuestra estadía y ascensión un aumento de la misma que motivó fuera declarado en situación de alerta.
El 3 de Junio de 1995 salimos desde la capital de Guatemala, hacia la cumbre del Pacaya, un grupo formado por miembros de la Federación Nacional de Andinismo de Guatemala, la Federación Española de Deportes de Montaña y Escalada, la Federación de Andinismo de Chile, el entonces Mayor José H. Hernández del Ejército Argentino y el que suscribe. Nos trasladamos en un ómnibus de la Federación de Andinismo de Guatemala hacia el sur y luego de más de 35 kilómetros y de atravesar caminos de terracería llegamos a la aldea de San Francisco de Sales, situada al lado noroeste del volcán, donde quedó el vehículo. El volcán debe su nombre a la población cercana de San Vicente Pacaya. La pacaya es un palmito comestible (su nombre proviene del quiché) que abundó en la región.
Desde la localidad donde arribamos –en la que se notaba cierto nerviosismo- observamos las arrítmicas erupciones del volcán, que desde su cono activo emitía constantes bocanadas de fuego y piedras incandescentes, que por instantes cubrían a un amplio sector de su falda, de luminarias rojizas que luego pasaban al negro humeante.
Partimos desde el pueblo y luego de atravesar durante una hora una tupida zona selvática, llegamos al lugar denominado “la meseta”; en una parte un poco más plana. Arriba de la misma se observa un sitio llamado “monumento” en que se suele observar mejor las erupciones. Mirando hacia la parte inferior de este lugar, hacia sus costados, se podía apreciar un largo perfil, desnudo de vegetación en algunos casos, y en otros, flora destruida por la acción del calor de la lava volcánica en su paso. Desde “el monumento” continuamos cumbreando filos hasta acceder al pie del cono “no activo” por llamarlo de alguna manera. Allí ya pisamos restos de escoria, mezclada entre la arena y las rocas, que junto a restos de lava apagada dificultaban nuestra ascensión, por lo que recién al cabo de media hora pudimos llegar a la cumbre.
Estábamos en la cota de los 2.552 metros, en la cumbre del cono inactivo, gemelo en estas circunstancias del activo cráter que se encuentra a su lado. El eruptivo en algún momento de sus erupciones termina “explotando” bajando dramáticamente su altura, la que luego va recuperando paulatinamente al irse depositando material erupcionado, que centímetro a centímetro lo hace volver a subir.
La actividad fumarólica es fuerte, constante y explosiva, con lanzamientos de escoria incandescente hasta grandes alturas que caen sobre el mismo cráter o en los alrededores.
Volcán Pacaya
Mientras observamos y fotografiábamos toda esa actividad y belleza natural nos vemos obligados, por un aceleramiento y mayor fuerza del proceso eruptivo, a descender urgentemente. El Pacaya, una de sus jorobas en erupciónHabía comenzado a caer material ígneo, piedras y cenizas muy cerca nuestro. Encaramos el camino de descenso más directo alejándonos de los trazos de fuego que emanaban del volcán. Nuestras linternas frontales trazaban nervioso zigzagueo entre las escorias y restos de troncos quemados y aún erguidos, hasta por fin llegar al bosque y al pueblo. Pero ahora sólo acompañados por los ruidos de las erupciones del Pacaya. Algo de equipo quedó en el camino, pero nadie dijo nada. Fue una suerte haber salido sin rasguños de esta aventura. Fue un regreso bastante conversado y casi sin bromas.
ACATENANGO 3.975 m
Se Encuentra ubicado entre los departamentos de Chimaltenango y Sacatepéquez, cercanos a Antigua Guatemala. Está constituido también por dos picos, siendo el pico sur la cumbre principal con 3.975 metros, mientras que el pico norte, denominado Yepocapa o Tres Marías, tiene 3.800 metros. Es el tercer volcán de Guatemala por su altura.
El mismo grupo y entidades que subieran el Pacaya, partió el 5 de Junio nuevamente desde la capital de Guatemala, por la carretera Panamericana al Occidente, hacia Antigua, siguiendo luego hacia el pequeño poblado de Soledad, el que dista a unos 70 km. del punto de partida.
Este volcán es visible en días claros desde la capital y es uno de los más hermosos de este país centroamericano. Tiene en sus faldas sembradíos de maíz, habas, arvejas y a medida que se asciende comienza el bosque tropical que incluye pinos, ya que se va convirtiendo en una montaña fría y húmeda.
Atravesamos durante casi una hora diversos plantíos donde imperaba el maíz y que eran superficies ganadas al bosque, el que pronto encontramos. Atravesarlo fue una lenta tarea ya que se caminaba por un estrecho sendero que a veces era cubierto por la vegetación. Por fin llegamos, dos horas más tarde, a una meseta natural rodeada de pinos, donde por lo avanzado de la tarde se convirtió en el lugar ideal para el armado de nuestro campamento. Este sitio se conoce como “El Conejo”.
Pernoctamos con algún que otro inconveniente que no viene al caso de este relato.
A la mañana siguiente, bien temprano, iniciamos el ascenso hacia la cumbre. Se siguió atravesando el bosque durante más de una hora y media, hasta que comenzaron a aparecer claros en la vegetación que nos daban la indicación que pronto desaparecería ésta. Media hora más tarde y ya pisando arena volcánica llegamos a la primer cumbre, el Yepocapa, con sus 3.800 metros, donde pudimos apreciar desde su cruz de cumbre y mirando el objetivo, los impresionantes cráteres que descansan en la falda de la principal cumbre del Acatenango.
Ése cono, de impresionante vista, fue cubierto por materiales arrojados por su vecino el volcán Fuego. Hacia la cima principal nos dirigimos, pasando, apenas bajada un poco la primer cumbre, junto a un refugio de la Federación de Guatemala.
En 40 minutos más superamos los 176 metros de diferencia de altura y el aproximado kilómetro de distancia que nos separaba del objetivo, llegando a la cruz de cumbre del Acatenango.
La vista desde allí era realmente impresionante, pudiendo apreciarse casi toda la cadena volcánica, inclusive las cimas que comparte frontera con México, también al volcán Fuego y al anteriormente ascendido Pacaya.
La cima se observa como un cráter cubierto, probablemente también por el vecino Fuego, denominada “El Boquete” . Luego de permanecer mucho tiempo en la cumbre, bajamos rodeando los cráteres y unas tres horas más tarde nos encontrábamos sobre el camino de tierra esperando que viniese el micro de la Federación de Andinismo a buscarnos.
Quedaba, al menos en nosotros los argentinos, toda una nueva y peculiar concepción en cuanto a ascensiones, que no habíamos siguiera imaginado, a pesar de haber accedido a cumbres en México y Ecuador. En montañas comprendidas entre los 3.000 y 4.000 metros, habíamos pasado de verdes campos a zonas cultivadas,
a atravesar espesos y casi vírgenes bosques tropicales con toda su característica flora y fauna, luego a terrenos de sedimentación volcánica de dificultoso ascenso, hasta por fin llegar a cumbres cráteres con emanaciones y a veces son situaciones de mucho peligro por las erupciones.
Lo importante era saber que cada metro que ascendemos en un país americano es un paso más para la integración de nuestro continente y un valor más en nuestro entorno en la lucha por la defensa del medio ambiente.
Si van a Guatemala...¡No dejen de ir a TIKAL!!!