Prateleiras
PRATELEIRAS..., UNA CUMBRE EN BRASIL
ascendido el 27 Mayo 2001
Por Jaime Suárez
Partimos desde la casa de Silvio, el Presidente del Club Alpino Paulista, en el centro de San Pablo, a las doce del mediodía, buscando la ruta que une esta ciudad con Río de Janeiro. En ella nos tomó mas de media hora, a casi 80 km. por hora, para llegar a las afueras de esta importante y populosa metrópoli brasileña.
Llevaba en mis manos el GPS y no podía, a pesar de admirar con curiosidad el paisaje y las zonas aledañas, dejar de jugar con él. En la posición 23°29´904S y 46°31´782º, podía leer 2.422 kilómetros de distancia, en línea recta, hasta mi casa en Mendoza.
Ibamos en el 4x4 con Bareta, nuestro amigo del C.A.P., Jordi Pons de la Federación Española de Montañismo y Escalada, Guillaime Iagle de la Federación de El Salvador, Daniel Méndez del Grupo de los 100 de México y el que suscribe. Había concluído la Asamblea anual de la UPAME (Unión Panamericana de Asociaciones de Montañismo y Escalada) que se había desarrollado hasta el día anterior en Guarujá, precioso balneario cercano a Sao Paulo. Y como siempre no podíamos dejar de ascender una montaña donde quiera que fuese la asamblea de ese año.
Habíamos intercambiado con Jordi, un mes atrás, varios e-mails tratando de ubicar un posible objetivo montañero en Brasil. Lo cual nos dio cierto trabajo, pero la ayuda de los amigos del Clube Alpino Paulista, por intermedio de Olavo, nos alivió la búsqueda. Gentilmente nos ofrecieron dos cumbres para realizar: El Agujas Negras, de 2.787 m., cuarta cumbre de Brasil y el Prateleiras, de 2.550. Lógicamente aclararon que sería a unas 4 o 5 horas de distancia en vehículo desde Sao Paulo, en el Parque Nacional Itatiaia. Pero eso no nos importaba mucho, estábamos acostumbrados a largos desplazamientos y la posibilidad de concretar una cumbre en Brasil nos daba mucho gusto. De paso dejaríamos con los dientes largos a más de un compañero de cumbres de 6.000.
Sabíamos que Brasil no se caracteriza por cumbres altas y personalmente no dejaba de reconocer cierto desconocimiento sobre esta situación. Olavo nos aclaró que el pico más alto de Brasil es el Pico da Neblina de 3.414 metros, ubicado en el norte del país casi en el límite con Venezuela, el segundo el Pico de Bandeira y el tercero el Pedra da Mina, ambos en el estado de Minas Gerais.
A poco más de 40 km. de San Pablo, sobre la posición 23°26´600S y 46°17´500º pronto cruzamos la línea del Trópico de Capricornio y unas decenas de kilómetros mas adelante comenzamos a ver a nuestra izquierda los perfiles de las montañas de la Serra da Mantiqueira (Sierra de Mantiqueira), la que por su largo, nos acompañaría todo el resto del camino.
Continuamos por la Roda Presidente Dutra (Ruta Presidente Dutra), y luego de un agradable almuerzo en la ruta y de cargar combustible en la posición 22°31´851S y 44°45´083O muy pronto pasamos el limite de Sao Paulo con Río de Janeiro, hasta llegar –luego de más de 250 km. de viaje- a Eng. Passos (Ingeniero Passos) 22°30´172S y 44°40´148O, a una altura de 537 metros sobre el nivel del mar. Desde allí desviamos hacia el objetivo que habíamos fijado para ese día, el Hotel Fazenda Palmital. Enfilamos un suave y sinuoso ascenso en sentido Norte hacia esta posada que se encuentra once kilómetros mas adelante, en 22°25´612S y 44°44´ 338º, a los 994 metros de altura. A las 16,50 horas estábamos bajando nuestro equipaje y mochilas frente a uno de los cómodos apartamentos de la Fazenda donde nos acomodamos en dos habitaciones.
El Hotel Fazenda Palmital es un agradable y tranquilo lugar, con excelente clima, donde puede resultar difícil conseguir habitaciones si previamente no se hace reserva, sobre todo los fines de semana y feriados. Es colmado principalmente por visitantes de Río de Janeiro y San Pablo. Se caracteriza por su comida casera, obtenida en gran parte de sus propios plantíos, y posee un lago propio con pesca. Cómodos apartamentos, amplio restaurante, piscina, sauna, sala de TV satelital, juegos de salón, corral con caballos y huertas, rodean el viejo y bien mantenido caserón colonial de dos plantas, habitado por los dueños del lugar, que tutela todo el entorno. Es muy agradable observar distintas variedades de árboles, algunos con espectaculares flores, otros con frutos diversos, y también muchas aisladas florestas de araucarias, algunas con piñones. En árboles cercanos a la administración varios monos pequeños se movían nerviosamente mientras saltaban por las ramas.
-¡Observen los vidrios de las ventanas de la casa patronal! Nos dijo Bareta, y continuó: Antiguamente se solía colocarlos por afuera, y era por motivo de ostentación dado que había que importarlos especialmente.
En el pasado, siglos atrás, la hacienda era transitada por un viejo camino del que quedan aislados tramos viales. Sobre dos cauces cercanos de ríos se aprecian restos de columnas de puentes, de piedra, ya vencidas por el tiempo. Las caravanas de esclavos venían con carros de bueyes y equinos transportando oro desde Minas Gerais hacia el puerto cercano a Río. Un lugar próximo es llamado Garganta de Registro, ya que en él se tomaba nota de dicho tránsito.
El Macizo de Itatiaia es una formación rocosa que ocupa un área de 220 kilómetros cuadrados dentro de la Sierra de Mantiqueira. El nombre de Itatiaia parece tener su origen en la lengua indígena Tupi-guarani cuyo significado es “peñasco de puntas” o “piedra afilada”, expresión que dibuja perfectamente las finas puntas rocosas y prácticamente verticales que florecen en las partes más altas del sistema montañoso. El punto culminante del macizo es el pico Agulhas Negras (Agujas Negras) que con 2.787 metros de altura es la cuarta cumbre de Brasil y la más alta del Estado de Río de Janeiro. En invierno las temperaturas en las zonas más altas puede en ocasiones superar los 10° bajo cero.
Cercano a la Fazenda, que se encuentra rodeada por las principales montañas del Macizo de Itatiaia, podíamos apreciar un gran pico montañoso denominado Tres Estados, por ser el hito natural que demarca la unión de los estados de Río de Janeiro, Minas Gerais y Sao Paulo. Casi hacia el otro extremo, tras un bello manto verde de suaves montes seguido a su final por zonas de selvas que intentan ascender el cordón montañoso, sobresalía predominante el fino y pronunciado perfil del Prateleiras.
Un apreciado desayuno brasileño formado por sandía, papayas, quesos, pan caliente casero con buen café y jugos, iniciado a las 7 de la mañana, nos daría fuerzas para soportar la jornada dedicada al ascenso. Nuestro objetivo era hacer el Agulhas Negras y el Prateleiras, aunque éramos conscientes que desconocíamos las características de rutas en estas montañas pero confiábamos en nuestro acompañante Bareta, avezado montañista que nos serviría de compañía y guía.
Partimos desde la hacienda en el 4x4 ascendiendo poco a poco por una carretera asfaltada unos 15 kilómetros. Sobre los 1.500 metros de altura pudimos observar como se producían claros y se iba abriendo la selva, permitiendo apreciar algunas cumbres de la Sierra de Mantiqueira. En nuestro continuo ascenso, a los 1.669 metros de altura justo en el límite entre Minas Gerais y Río de Janeiro, tomamos un camino lateral que nos conduciría hacia la entrada del Parque Nacional de Itatiaia. A su costado pudimos leer en un cartel vial: Agulhas Negras 17 Km, Prateleiras 17,5 Km.
A las 9,45 horas estabamos entrando al Parque Nacional. La posición del GPS indicaba 22°22´451S y 44°42´166º y la altura 2.450 metros. Este parque nacional, el primero creado en Brasil, en el mes de Junio de 1937, tenía un área de 12.500 hectáreas que se fue incrementando. Tiene un rico ecosistema formado por desniveles montañosos con bosques y mata virgen, cortado por ríos y arroyos, donde habitan más de 1.000 especies de animales entre aves, mamíferos y reptiles. Esto lo convierten en una zona ideal para la contemplación de la naturaleza, las ascensiones y largas caminatas. Aquí ya había desaparecido prácticamente el bosque siendo la vegetación achaparrada y tachonada eventualmente por algún que otro árbol. Mientras buscábamos un lugar para dejar el auto Bareta nos indicó que unas 100.000 personas visitaban anualmente este parque y a continuación nos daba una interesante charla sobre los cuidados que deberíamos tener durante nuestra permanencia en él, que apreciamos mucho por haber pertenecido varios de nosotros a la Comisión de Ecología de UPAME. Textualmente sermoneó “No tiren nada a no ser fotografías”, “Las cáscaras de frutas tardan dos años en degradar, los filtros de cigarrillos de 10 a 20 años, las bolsas plásticas de 30 a 40 años y las latas de aluminio de 80 a 100 años”. “No dejen nada, retiren todo”. Realmente no deja de gratificar ver personas que manifiestan esa preocupación por el ecosistema. Debería haber una así en cada expedición, en cada travesía que se encarara en nuestro país. Entre un montón de cosas ventajosas nos ahorraría bajar tanta basura de lugares insospechados.
Justo a las 10 de la mañana estabamos empezando a caminar con nuestras mochilas de ataque en la espalda. El auto había quedado en 22°23´052S y 44°41´030º, a 2.430 metros de altura sobre el nivel del mar. Cabe destacar que dentro del parque no se permite acampar, debiendo planificarse las ascensiones por el día.
El encuentro con otros miembros más del Club Alpino Paulista, que junto con Bareta nos prometieron una muy buena escalada en el Prateleiras nos decidió a encarar en primera instancia dicha cumbre. La traducción según Bareta del nombre de esta montaña es “Estanterías”. Poco a poco avanzamos por una senda que nos obligaba a marchar en fila india, ascendiendo lentamente hasta llegar a la base del Prateleiras. Una inmensa mole de piedras gigantes escalonadas apareció ante nuestra vista. De ahí el nombre. La altura de la mayor, sobre la que se ubica la cumbre, la estime en unos cincuenta metros.
Para llegar a ella debíamos subir montando en ascenso las piedras y muchas veces metiéndonos entre sus cavidades, lo que fuimos haciendo. Más de una vez debimos retroceder por haber equivocado brevemente el camino dentro de una grieta rocosa hasta superar su borde superior desde donde accedíamos a otra, quedando varias veces abismos entre ellas, que en alguna ocasión nos obligó a avanzar en horcadillas sobre el filo de una cresta de esas grandes piedras. En ese momento recordé que Bareta nos había dicho que estábamos en la ruta del cavalinho o “caballito” y entendí perfectamente la denominación: nos faltaban la silla y las riendas. Con mucho cuidado continuamos ascendiendo, ya más rápidamente a medida que nos acercábamos a la piedra cumbre. Por suerte el clima, en esos momentos y en esas alturas era bueno.
El no ver a otras personas que habíamos encontrado abajo me motivó a preguntar que había pasado y me encontré con una vieja y conocida respuesta: -¡ Ah,... hay otra ruta más fácil.
A las 11,40 horas nos abrazábamos en la cumbre del PRATELEIRAS con Jordi, Bareta, Daniel y Guillaume. Un poco mas tarde el grupo se agrando con la llegada de otros escaladores y casi no había espacio en la cima. La altura era de 2.560 metros y la posición 22°24´004S y 44°40´220º. Esta montaña es unos 220 metros mas bajo que el Agujas Negras, pero el precioso ascenso y la vista impresionante merecía haber hecho la elección de esta cumbre. Hacia el Este, unos 1.000 metros por debajo, había un manto de nubes que ocultaban la selva, pero se podía apreciar en la distancia, en una pequeña separación de las nubes, parte del valle del Rio Paraiba. Más allá, sobresaliendo, la formación montañosa de la Sierra del Mar, que próxima al océano que está a unos 80 km. de distancia, corre paralela a la de Mantiqueira. Hacia el SE el dominante perfil del Tres Estados. En el N/Oeste el Agujas Negras.
jaime suárez
PRATELEIRAS..., UNA CUMBRE EN BRASIL
ascendido el 27 Mayo 2001
Por Jaime Suárez
Partimos desde la casa de Silvio, el Presidente del Club Alpino Paulista, en el centro de San Pablo, a las doce del mediodía, buscando la ruta que une esta ciudad con Río de Janeiro. En ella nos tomó mas de media hora, a casi 80 km. por hora, para llegar a las afueras de esta importante y populosa metrópoli brasileña.
Llevaba en mis manos el GPS y no podía, a pesar de admirar con curiosidad el paisaje y las zonas aledañas, dejar de jugar con él. En la posición 23°29´904S y 46°31´782º, podía leer 2.422 kilómetros de distancia, en línea recta, hasta mi casa en Mendoza.
Ibamos en el 4x4 con Bareta, nuestro amigo del C.A.P., Jordi Pons de la Federación Española de Montañismo y Escalada, Guillaime Iagle de la Federación de El Salvador, Daniel Méndez del Grupo de los 100 de México y el que suscribe. Había concluído la Asamblea anual de la UPAME (Unión Panamericana de Asociaciones de Montañismo y Escalada) que se había desarrollado hasta el día anterior en Guarujá, precioso balneario cercano a Sao Paulo. Y como siempre no podíamos dejar de ascender una montaña donde quiera que fuese la asamblea de ese año.
Habíamos intercambiado con Jordi, un mes atrás, varios e-mails tratando de ubicar un posible objetivo montañero en Brasil. Lo cual nos dio cierto trabajo, pero la ayuda de los amigos del Clube Alpino Paulista, por intermedio de Olavo, nos alivió la búsqueda. Gentilmente nos ofrecieron dos cumbres para realizar: El Agujas Negras, de 2.787 m., cuarta cumbre de Brasil y el Prateleiras, de 2.550. Lógicamente aclararon que sería a unas 4 o 5 horas de distancia en vehículo desde Sao Paulo, en el Parque Nacional Itatiaia. Pero eso no nos importaba mucho, estábamos acostumbrados a largos desplazamientos y la posibilidad de concretar una cumbre en Brasil nos daba mucho gusto. De paso dejaríamos con los dientes largos a más de un compañero de cumbres de 6.000.
Sabíamos que Brasil no se caracteriza por cumbres altas y personalmente no dejaba de reconocer cierto desconocimiento sobre esta situación. Olavo nos aclaró que el pico más alto de Brasil es el Pico da Neblina de 3.414 metros, ubicado en el norte del país casi en el límite con Venezuela, el segundo el Pico de Bandeira y el tercero el Pedra da Mina, ambos en el estado de Minas Gerais.
A poco más de 40 km. de San Pablo, sobre la posición 23°26´600S y 46°17´500º pronto cruzamos la línea del Trópico de Capricornio y unas decenas de kilómetros mas adelante comenzamos a ver a nuestra izquierda los perfiles de las montañas de la Serra da Mantiqueira (Sierra de Mantiqueira), la que por su largo, nos acompañaría todo el resto del camino.
Continuamos por la Roda Presidente Dutra (Ruta Presidente Dutra), y luego de un agradable almuerzo en la ruta y de cargar combustible en la posición 22°31´851S y 44°45´083O muy pronto pasamos el limite de Sao Paulo con Río de Janeiro, hasta llegar –luego de más de 250 km. de viaje- a Eng. Passos (Ingeniero Passos) 22°30´172S y 44°40´148O, a una altura de 537 metros sobre el nivel del mar. Desde allí desviamos hacia el objetivo que habíamos fijado para ese día, el Hotel Fazenda Palmital. Enfilamos un suave y sinuoso ascenso en sentido Norte hacia esta posada que se encuentra once kilómetros mas adelante, en 22°25´612S y 44°44´ 338º, a los 994 metros de altura. A las 16,50 horas estábamos bajando nuestro equipaje y mochilas frente a uno de los cómodos apartamentos de la Fazenda donde nos acomodamos en dos habitaciones.
El Hotel Fazenda Palmital es un agradable y tranquilo lugar, con excelente clima, donde puede resultar difícil conseguir habitaciones si previamente no se hace reserva, sobre todo los fines de semana y feriados. Es colmado principalmente por visitantes de Río de Janeiro y San Pablo. Se caracteriza por su comida casera, obtenida en gran parte de sus propios plantíos, y posee un lago propio con pesca. Cómodos apartamentos, amplio restaurante, piscina, sauna, sala de TV satelital, juegos de salón, corral con caballos y huertas, rodean el viejo y bien mantenido caserón colonial de dos plantas, habitado por los dueños del lugar, que tutela todo el entorno. Es muy agradable observar distintas variedades de árboles, algunos con espectaculares flores, otros con frutos diversos, y también muchas aisladas florestas de araucarias, algunas con piñones. En árboles cercanos a la administración varios monos pequeños se movían nerviosamente mientras saltaban por las ramas.
-¡Observen los vidrios de las ventanas de la casa patronal! Nos dijo Bareta, y continuó: Antiguamente se solía colocarlos por afuera, y era por motivo de ostentación dado que había que importarlos especialmente.
En el pasado, siglos atrás, la hacienda era transitada por un viejo camino del que quedan aislados tramos viales. Sobre dos cauces cercanos de ríos se aprecian restos de columnas de puentes, de piedra, ya vencidas por el tiempo. Las caravanas de esclavos venían con carros de bueyes y equinos transportando oro desde Minas Gerais hacia el puerto cercano a Río. Un lugar próximo es llamado Garganta de Registro, ya que en él se tomaba nota de dicho tránsito.
El Macizo de Itatiaia es una formación rocosa que ocupa un área de 220 kilómetros cuadrados dentro de la Sierra de Mantiqueira. El nombre de Itatiaia parece tener su origen en la lengua indígena Tupi-guarani cuyo significado es “peñasco de puntas” o “piedra afilada”, expresión que dibuja perfectamente las finas puntas rocosas y prácticamente verticales que florecen en las partes más altas del sistema montañoso. El punto culminante del macizo es el pico Agulhas Negras (Agujas Negras) que con 2.787 metros de altura es la cuarta cumbre de Brasil y la más alta del Estado de Río de Janeiro. En invierno las temperaturas en las zonas más altas puede en ocasiones superar los 10° bajo cero.
Cercano a la Fazenda, que se encuentra rodeada por las principales montañas del Macizo de Itatiaia, podíamos apreciar un gran pico montañoso denominado Tres Estados, por ser el hito natural que demarca la unión de los estados de Río de Janeiro, Minas Gerais y Sao Paulo. Casi hacia el otro extremo, tras un bello manto verde de suaves montes seguido a su final por zonas de selvas que intentan ascender el cordón montañoso, sobresalía predominante el fino y pronunciado perfil del Prateleiras.
Un apreciado desayuno brasileño formado por sandía, papayas, quesos, pan caliente casero con buen café y jugos, iniciado a las 7 de la mañana, nos daría fuerzas para soportar la jornada dedicada al ascenso. Nuestro objetivo era hacer el Agulhas Negras y el Prateleiras, aunque éramos conscientes que desconocíamos las características de rutas en estas montañas pero confiábamos en nuestro acompañante Bareta, avezado montañista que nos serviría de compañía y guía.
Partimos desde la hacienda en el 4x4 ascendiendo poco a poco por una carretera asfaltada unos 15 kilómetros. Sobre los 1.500 metros de altura pudimos observar como se producían claros y se iba abriendo la selva, permitiendo apreciar algunas cumbres de la Sierra de Mantiqueira. En nuestro continuo ascenso, a los 1.669 metros de altura justo en el límite entre Minas Gerais y Río de Janeiro, tomamos un camino lateral que nos conduciría hacia la entrada del Parque Nacional de Itatiaia. A su costado pudimos leer en un cartel vial: Agulhas Negras 17 Km, Prateleiras 17,5 Km.
A las 9,45 horas estabamos entrando al Parque Nacional. La posición del GPS indicaba 22°22´451S y 44°42´166º y la altura 2.450 metros. Este parque nacional, el primero creado en Brasil, en el mes de Junio de 1937, tenía un área de 12.500 hectáreas que se fue incrementando. Tiene un rico ecosistema formado por desniveles montañosos con bosques y mata virgen, cortado por ríos y arroyos, donde habitan más de 1.000 especies de animales entre aves, mamíferos y reptiles. Esto lo convierten en una zona ideal para la contemplación de la naturaleza, las ascensiones y largas caminatas. Aquí ya había desaparecido prácticamente el bosque siendo la vegetación achaparrada y tachonada eventualmente por algún que otro árbol. Mientras buscábamos un lugar para dejar el auto Bareta nos indicó que unas 100.000 personas visitaban anualmente este parque y a continuación nos daba una interesante charla sobre los cuidados que deberíamos tener durante nuestra permanencia en él, que apreciamos mucho por haber pertenecido varios de nosotros a la Comisión de Ecología de UPAME. Textualmente sermoneó “No tiren nada a no ser fotografías”, “Las cáscaras de frutas tardan dos años en degradar, los filtros de cigarrillos de 10 a 20 años, las bolsas plásticas de 30 a 40 años y las latas de aluminio de 80 a 100 años”. “No dejen nada, retiren todo”. Realmente no deja de gratificar ver personas que manifiestan esa preocupación por el ecosistema. Debería haber una así en cada expedición, en cada travesía que se encarara en nuestro país. Entre un montón de cosas ventajosas nos ahorraría bajar tanta basura de lugares insospechados.
Justo a las 10 de la mañana estabamos empezando a caminar con nuestras mochilas de ataque en la espalda. El auto había quedado en 22°23´052S y 44°41´030º, a 2.430 metros de altura sobre el nivel del mar. Cabe destacar que dentro del parque no se permite acampar, debiendo planificarse las ascensiones por el día.
El encuentro con otros miembros más del Club Alpino Paulista, que junto con Bareta nos prometieron una muy buena escalada en el Prateleiras nos decidió a encarar en primera instancia dicha cumbre. La traducción según Bareta del nombre de esta montaña es “Estanterías”. Poco a poco avanzamos por una senda que nos obligaba a marchar en fila india, ascendiendo lentamente hasta llegar a la base del Prateleiras. Una inmensa mole de piedras gigantes escalonadas apareció ante nuestra vista. De ahí el nombre. La altura de la mayor, sobre la que se ubica la cumbre, la estime en unos cincuenta metros.
Para llegar a ella debíamos subir montando en ascenso las piedras y muchas veces metiéndonos entre sus cavidades, lo que fuimos haciendo. Más de una vez debimos retroceder por haber equivocado brevemente el camino dentro de una grieta rocosa hasta superar su borde superior desde donde accedíamos a otra, quedando varias veces abismos entre ellas, que en alguna ocasión nos obligó a avanzar en horcadillas sobre el filo de una cresta de esas grandes piedras. En ese momento recordé que Bareta nos había dicho que estábamos en la ruta del cavalinho o “caballito” y entendí perfectamente la denominación: nos faltaban la silla y las riendas. Con mucho cuidado continuamos ascendiendo, ya más rápidamente a medida que nos acercábamos a la piedra cumbre. Por suerte el clima, en esos momentos y en esas alturas era bueno.
El no ver a otras personas que habíamos encontrado abajo me motivó a preguntar que había pasado y me encontré con una vieja y conocida respuesta: -¡ Ah,... hay otra ruta más fácil.
A las 11,40 horas nos abrazábamos en la cumbre del PRATELEIRAS con Jordi, Bareta, Daniel y Guillaume. Un poco mas tarde el grupo se agrando con la llegada de otros escaladores y casi no había espacio en la cima. La altura era de 2.560 metros y la posición 22°24´004S y 44°40´220º. Esta montaña es unos 220 metros mas bajo que el Agujas Negras, pero el precioso ascenso y la vista impresionante merecía haber hecho la elección de esta cumbre. Hacia el Este, unos 1.000 metros por debajo, había un manto de nubes que ocultaban la selva, pero se podía apreciar en la distancia, en una pequeña separación de las nubes, parte del valle del Rio Paraiba. Más allá, sobresaliendo, la formación montañosa de la Sierra del Mar, que próxima al océano que está a unos 80 km. de distancia, corre paralela a la de Mantiqueira. Hacia el SE el dominante perfil del Tres Estados. En el N/Oeste el Agujas Negras.
jaime suárez
La bajada se realizó por la parte más fácil disfrutando más los paisajes. Algunos montañistas optaron por bajar en forma rápida utilizando el rapel aunque nos sorprendió ver que no utilizaban casco. Pronto llegamos a la base donde aprovechamos para comer algo.
La intención era encarar ahora el Agujas Negras.
Previo a ello Bareta nos llevó, tras un pequeño desvío por una senda angosta, a la Pedra da Tarturaga “Piedra de la Tortuga”. Esta inmensa y raramente redondeada piedra se levanta casi a los 2.400 metros, sobre una superficie un poco aplanada en su derredor. Tiene una altura de casi 7 metros por 12 metros de largo y semeja como su nombre lo dice a una gran tortuga.
A las 14 horas estábamos en el refugio “Rebousas”, 22°23´162S y 44°40´719º, 2.400 metros y punto de desvío hacia el nuevo objetivo, el Agujas Negras, pero observamos desde ahí que estaba totalmente cubierto de nubes, con muy pocas posibilidades que despejase. Decidimos regresar a la hacienda a tomar un café bien caliente, mientras las nubes terminaban de tapizar toda la montaña y la selva.
Al día siguiente comenzaba el regreso.